Miguel Ángel Cau, codirector de las excavaciones, posa en Pol·lentia. | M. À. Cañellas

TW
21

Imaginen la calle donde viven y por la que caminan a diario. Echen sobre ella dos mil años de historia, sedimentos, tierra, construcciones y derrumbes. Lo que era un soleado paseo queda, de golpe, enterrado junto a monedas que alguna vez se cayeron de un bolsillo, baldosas olvidadas y, bajo todo ello, un terreno natural que ya no ansía ver la luz del sol. Recuperar ese mundo es la labor de los arqueólogos que trabajan en las excavaciones de la ciudad romana de Pol·lentia, ubicada en Alcúdia, y que son codirigidas por Miguel Ángel Cau, profesor de investigación ICREA y director del Institut d'Arqueologia de la Universitat de Barcelona (IAUB), junto a Esther Chávez (Universidad de la Laguna) y Catalina Mas (Universitat de Barcelona, IAUB). Es Cau quien hoy, a partir de 19.00 horas, ofrece una conferencia en la sede de la Reial Acadèmia de Medicina (Can Campaner, 4, Palma) sobre los cien años del origen de los trabajos arqueológicos en 1923.

En términos relativos, ¿100 años son muchos o pocos para una excavación como Pol·lentia?
— Es un periodo bastante amplio. La excavaciones sistemáticas, con permiso oficial de Madrid, arrancaron en 1923, y se han continuado de manera ininterrumpida, con excepción de la GuerraCivil, hasta ahora. Es cierto que la ciudad se conocía de antes, porque hay hallazgos ya en el siglo XVI, pero la arqueología propiamente dicha arranca en 1923.

En 100 años se puede lograr mucho, ¿en qué momento está Pol·lentia en la actualidad?
— Se han conocido muchas cosas en un siglo. Hay que recordar que las primeras excavaciones se hacen en terrenos privados con la condición de que se tape de nuevo tras excavar, por lo que de estos sitios no se ve nada, pero eso no significa que no sepamos más cosas de las que se ven. Ahora estamos en un momento muy dulce, con un equipo muy grande de unas 100 personas en verano y excavando en diversos sectores. Hay muchísimo por hacer porque es una ciudad muy grande, de 19 a 21 hectáreas de terreno. De hecho, todo el campo que se ve alrededor también es la ciudad.

¿En qué nuevos hallazgos se están centrando los esfuerzos ahora mismo?
— Recientemente hemos excavado el mcaellum, que era el mercado romano de la ciudad, unas tabernas en el norte de la ciudad o las necrópolis del sur. También destaca la basílica civil, que era el gran edificio en el que se impartía justicia y en el que hemos excavado una pequeña parte que nos ha sorprendido por un mosaico opus sectile en una antesala pavimentada formado por hexágonos de pizarra color negro gris que si los yuxtapones tienen arriba una pieza de mármol blanco. Es impresionante. Por último, estamos excavando la parte residencial para ver si somos capaces de llegar a los niveles fundacionales del 123 a. C. y poder investigar la fase preexistente anterior en la que se sabe que había un poblado talayótico.

Cada vez que encuentran algo debe ser una fiesta.
— La verdad es que sí. Es un trabajo muy duro, con muchas horas al sol, pero muy gratificante porque descubres tu propia historia. Más allá de las grandes cosas, a veces nos ves dando saltos de alegría por un pequeño fragmento de cerámica que parece insignificante, pero confirma la fecha de un edificio. Hay que mirar el patrimonio por lo que es, su valor intrínseco como documento. Además, encuentras de todo: monedas, juegos de dados, etcétera, porque en el sigloIII hubo un incendio y todo se dejó atrás y es como una pequeña Pompeya.

¿Cuál es el gran proyecto de Pol·lentia más allá de las excavaciones?
— La parte científica va muy bien, pero la gran apuesta de futuro es una reivindicación histórica: la creación de lo que siempre hemos llamado un museo propio. Esto ha evolucionado a un centro de investigación que incluya un espacio museístico y que tenga sección terrestre y subacuática. Sería una gran infraestructura no solo para Pol·lentia, sino para Mallorca.

¿En qué estado se encuentra este proyecto?
— En fase de ideas. Hay un terreno comprado que iría muy bien y sé que hay voluntad política, pero si lo veo antes de jubilarme me quedaré satisfecho.

Tiene Pol·lentia tanto pasado que a veces cuesta pensar en su futuro.
— Es cierto, a veces estamos tan metidos en el pasado remoto que algunos se olvidan del futuro. Pero no sotros no, se lo aseguro, y Pol·lentia se merece algo así.

¿Cree que el interés por el público se mantiene?
— Recibimos muchos visitantes, también de turistas porque aunque vienen buscando el sol, siempre hay un día que hace malo y vienen a la excavación, pero hay que hacer una apuesta. Si tuviéramos Pol·lentia en Inglaterra o Estados Unidos tendríamos montada toda una historia a su alrededor y en torno a la ciudad que sería bestial. Tenemos mucho por hacer, aunque también se ha avanzado muchísimo.

¿Qué hay del público local? ¿Los mallorquines visitan Pol·lentia?
— Hay realidades muy diferentes. Está muy presente en Alcúdia porque siempre ha estado allí y cada año vienen unas 300 o 400 personas en la jornda de puertas abiertas. También los colegios de toda la Isla, pero al gran público le falta la necesidad de conocer lo nuestro. Siempre lo pongo de ejemplo: si vas aGranada, seguramente irás a ver la Alhambra, pero si eres mallorquín a lo mejor nunca has ido a Pol·lentia. Por ello creo que si fuéramos capaces de crear una estructura como la mencionada, con cafetería, merchandising, etcétera, además del museo, la gente vendría porque sería una experiencia muy placentera.