Mateu Morro posa en su casa de Santa Maria del Camí. | Teresa Ayuga

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Desgraciadamente, el nombre de Francesc de SalesAguiló (Palma 1899 - Bogotà 1956) es desconocido para la gran mayoría de ciudadanos de a pie. Así lo afirma el historiador, escritor y colaborador de Ultima Hora Mateu Morro (Santa Maria del Camí, 1956), que acaba de dedicarle a este «pedagogo y gran hombre de la cultura» su nuevo libro: La memòria esborrada (Illa Edicions). Lo presentará este lunes, a las 19.00 horas, en Embat (Palma) junto a Llorenç Carrió y Sebastià Serra.

El protagonista de este volumen, subraya Morro, fue «secretario de la Associació per la Cultura de Mallorca; teniente de alcalde de Palma con Emili Darder, primer director del instituto de Inca; fundador –junto a Andreu Crespí– del colegio Cervantes de Palma, un centro muy innovador en su momento a nivel pedagógico que hizo una gran labor para mejorar el sistema educativo de Ciutat». «Formó parte de esa gente que creyó que la Segunda República les daría posibilidades para llevar a cabo sus aspiraciones de hacer un país democrático, con un gran nivel de autogobierno y en el que la lengua y la cultura catalanas tuvieran plena normalidad», añade.

En cuanto a su faceta política, Morro estaba vinculado al «republicanismo más mallorquinista» «Era miembro de Esquerra Republicana Balear y fue uno de los redactores del anteproyecto del Estatut d’Autonomia de Balears de 1931», recalca. «Fue uno de los grandes defensores y enseñantes de la lengua catalana. Era una persona de diálogo, tolerante y respetuoso. En definitiva, una persona moderna y avanzada», declara. Cuando estalló la Guerra Civil, De Sales Aguiló se encontraba en Barcelona y quedó separado de su familia. «Explicó el drama que vivían los mallorquines desde la Ciudad Condal a través de la revista Mallorca Nova, que desveló los primeros listados de represaliados», cuenta el autor. Al final cruzó la frontera y fue internado en un campo de concentración de Argelés sur Mer, cerca de Perpiñán. Ante el avance de las tropas de Hitler pudo escapar a República Dominicana con uno de los últimos barcos que partían hacia el Caribe. «Las condiciones eran muy precarias, así que cuando pudo se desplazó a Bogotá, a Colombia. En la capital ejerció de profesor en varios centros e incluso regentó una librería llamada Île-de-France, que se convirtió en un lugar de encuentro de escritores modernos y vanguardistas».

«En Bogotá hizo un gran trabajo de difusión de los poetas mallorquines. Se convirtió en traductor y tradujo las obras al castellano, aunque siempre conservaba la versión original en catalán. Para él la lengua era un vínculo fundamental y nunca renunció a ella, ni siquiera estando tan lejos de casa y de su patria. Publicó opúsculos sobre autores como Costa i Llobera, Alcover, Bartomeu Rosselló-Pòrcel, Gabriel Alomar y Maria Antònia Salvà», matiza. Lo curioso, subraya, es que «puso en contacto a intelectuales exiliados con autores que empezaban a escribir en Valencia, Catalunya y Balears, como Joan Fuster». «Todos sus escritos los databa de fuera de Mallorca para hacer hincapié en su destierro. ‘Fora Mallorca’, como si en el mundo solo se pudiera estar en la Isla o fuera de ella», apunta.

«Sobre su memoria se extendió el silencio. Murió en 1956 en Bogotá. Francesc de Borja Moll intentó publicar una noticia con su muerte, pero la censura no se lo permitió. Hasta los años 70 y 80 nadie pudo hacerlo. Entre los autores estaba Josep Massot i Muntaner. Hay mucho trabajo por hacer. Francesc de Sales Aguiló fue un personaje muy importante e interesante que merece ser querido», concluye.