Una de las obras de Prieto que está dedicada a la arquitectura mallorquina.

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Lo dijo Antonio López: «Cuando estudiaba en la Academia de Bellas Artes ya se hablaba mucho de Gregorio Prieto, no tanto como de Picasso o Dalí, pero se hablaba». Prieto (1897-1992) fue uno de los grandes pintores de la España del siglo pasado y, desde luego, el más literario, era amigo de todos los poetas de la Generación del 27, especialmente de Rafael Alberti y sobre todo íntimo de García Lorca (el retrato que le hizo fue icónico) y también alojó en su casa londinense del exilio a un siempre concéntrico y excéntrico Luis Cernuda. Trató incluso, aunque levemente, a otros dos grandes, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Y a muchos otros genios, desde Picasso a Chagall, aquel mundo parisino de la bohemia del que Gregorio fue epígono.

Entre sus amigos o conocidos mallorquines hay que mencionar al arquitecto Gabriel Alomar Esteve y al Nobel Camilo José Cela. El artista valdepeñero colaboró varias veces en Papeles de Son Armadans: en 1958 ilustró los poemas de Antonio Milla Ruiz que publicó Cela en edición aparte; en 1963 colaboró en el homenaje que Cela y Leopoldo de Luis preparan para Rafael Alberti, y en 1978 le escribió el futuro Nobel para que participara en el homenaje a Miró que le iban a rendir Pere A. Serra y Ultima Hora, y cuyo comité presidía el autor de San Camilo 1936.

Gregorio Prieto en sus años de juventud, amigo y dibujante de la Generación del 27.

Gregorio Prieto estuvo varias veces en la Isla, casi con seguridad en 1958 y 1960. Sabemos que recorrió la Isla buscando la que era una de sus varias pasiones: pintar molinos. En ese sentido encontró en nuestra tierra la isla prometida, porque entonces había muchos molinos y pintoresquismo hasta para repartir. A Alvar Aalto le impresionaron los molinos mallorquines y a Prieto le encandilaron los de El Jonquet, por cuya demolición se preocupó mucho y que también removieron a muchísimos pintores y cineastas como Luis García Berlanga o como David Burliuk, el padre del futurismo ruso.

De sus incursiones por Mallorca nos han quedado una docena de óleos de fuerte trazo y paleta densa que hoy se encuentran en el Museo Gregorio Prieto que está en la calle Unión de Valdepeñas y que dirige Raúl Luis García. A su vez, también nos dejó el pintor manchego un folleto de invitación titulado Homenaje a Mallorca, que viene a ser el prospecto de la exposición que hizo en el centro de Madrid (1958) con los dibujos que trazó en su periplo mallorquín.