Depedro es el proyecto personal del madrileño Jairo Zavala.

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Su obra nace en la intersección de varias estéticas musicales, y ninguna nos coge cerca. La mezcla cultural y geográfica se siente en sus discos, donde la americana y el sentimiento mariachi discurren en polvorienta ruta hacia la frontera, seguidos por los ecos reverberados del folclore africano. Depedro, el proyecto de espíritu libre del madrileño Jairo Zavala, ha volado el muro que divide géneros para avanzar en alegre fuga por medio mundo, donde ha presentado canciones que desprenden fuerza y vitalidad, temas que son un canto a la libertad y a no dejar que nos corten las alas… Los presenta la noche de este sábado en la sala Es Gremi de Palma a partir de las 22.00, dentro de las Mallorca Live Nigths.

Antes de que anochezca es su primer álbum en directo, grabado «en tres noches en Madrid, durante la despedida de mi última gira», explica el espigado artista. Con una sonoridad rotunda, este es un trabajo impregnado por las raíces del rock más mestizo y fronterizo. Su célebre ensalada de estilos confiere un «aroma interesante» a su obra, que recibe una dosis extra de vitaminas gracias a la constante «curiosidad por descubrir nuevas posibilidades» del cantante.

Rock, hard rock, música negra y diferentes variantes latinas se mezclan y potencian con identidad propia en Depedro, creando un estilo que ni el propio madrileño sabría describir, pero que es altamente efectivo y disfrutable. Un cóctel multirracial de ritmos que nunca llegan a transformarse en un caricatura de sus mentores y que se mantiene en los niveles crepusculares justos de la mejor fusión.

Universal

Sus letras evocan el amor desde todos sus flancos, un tema universal que Jairo aborda desde una perspectiva colaborativa, «en la vida hay que afrontar las cosas compartiendo». Inmune al desaliento, su filosofía de vida desprende un pragmatismo positivo, «es importante vivir con ilusión y no rendirse jamás ni marcarse metas, ya que cuando las alcanzas sueles caer en la depresión de pensar ‘¿y ahora, qué?’, de ahí la importancia de seguir adelante sin que nos importe el fin ni el resultado». Con las ideas claras y una perspectiva vitalista no sorprende su rechazo a la vena nostálgica que marca la senda de muchos artistas que rondan la cincuentena. «Siento que la nostalgia avanza hacia mí a codazos pero yo trato de ponerle freno porque tiene mucho peligro, te puedes alojar en ella como zona de confort y eso haría que te perdieras muchas cosas», sentencia.