El artista y diseñador gráfico Pep Carrió, en su estudio de Madrid.   

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El artista y diseñador gráfico Pep Carrió (1963) encontró en la figura de la cabeza el perfecto recipiente para su microcosmos personal. De eso hace ya unos diez años, pero lejos de extinguirse, esa serie de bocetos no ha dejado de crecer y ampliarse. En todo este tiempo, Carrió ha expuesto sus ‘cabezas’ en diferentes muestras nacionales e internacionales. Ahora, parte de esas obras acompañan los poemas de los «grandes maestros del haiku», como Matsuo Basho, Natsume Soseki, Masaoka Shiki o Kobayashi Issa, entre otros. Se trata de la antología Memoria y haiku, que acaba de publicar NórdicaLibros y que está diseñado también por el propio Carrió. La escritora EvaAriza Trinidad firma el prólogo y la selección de haikus, mientras que Rumi Sato se ha ocupado de traducir los poemas.

La idea, cuenta Carrió, era «generar un diálogo a partir del ritmo que genera la combinación de las imágenes y los haikus, las dos partes al mismo nivel, paralelamente». Sobre por qué eligió esta figura, el autor no tiene una respuesta muy concreta. «Los cuadernos te van llevando a imágenes simbólicas. Al final, las cabezas se convirtieron en un elemento recurrente, así que pensé que podría llevar a cabo un proyecto centrado en ellas y durante todo un año, contando cosas diferentes cada día. Así surgió Diario visual, la muestra y el libro El fabricante de cabezas, con textos de Grassa Toro. Después, recuperé el proyecto del cuaderno y lo convertí en esculturas y, luego, en una edición de serigrafías», recuerda.

En este sentido, Carrió confiesa que estas imágenes fueron concebidas desde la privacidad, sin ningún afán de exhibirlas. «El cuaderno es como mi psicoanalista, ahí es donde hago mi terapia. Es un espacio de silencio. Salvando las distancias, tiene mucho que ver con el haiku, porque también implica dejar ir un pensamiento: lo siento y lo escribo, yo, por mi parte, lo siento y lo dibujo. Nunca he hecho un dibujo en dos partes. Un día sale mejor y otro peor, pero no lo hago con la pretensión de que tenga que ser maravilloso. Por ello, cada día es una sorpresa, no sabes cómo saldrá. La poesía también tiene ese componente: los poetas van juntando las palabras y yo, las imágenes», compara.

«En mi día a día ya tengo esa presión, de tomar las mejores decisiones que afectan a muchos aspectos y detalles, desde la topografía hasta la encuadernación o el tipo de papel. Por eso, el cuaderno es para mí una liberación. Sale lo que sale. A veces, cuando encuentro dibujos de hace unos años, casi no me reconozco, es como si lo hubiera hecho otra persona. Es como un retrovisor. Creo que te diluyes un poco dentro del cuaderno», matiza.

En cuanto a futuros proyectos, Carrió avanza que Nórdica ha comprado los derechos para publicar en España Casas, que ya ha visto la luz en México o en Italia. Asimismo, junto a GrassaToro prepara Flor de un día, para Alboroto Ediciones, una suerte de «diario botánico» con la Revolución Francesa como trasfondo.