Nocturnidad. La acción transcurre durante la noche, por lo que los rodajes se están llevando a cabo una vez que el sol se pone y cuenta con una fotografía del conocido Blai Tomàs.    Fotos:SOMERA FILMS | Somera Films

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Las soluciones fáciles solo se encuentran en los libros de acertijos o de problemas matemáticos. La vida, por otro lado, está repleta de momentos para los que no se tiene un manual de instrucciones. ¿Qué haríamos en una situación en la que otra persona está en peligro? ¿Le ayudaríamos o miraríamos a otro lado? Esta es la premisa básica e inicial de La farsa, el cortometraje que el cineasta Guillem Miró está rodando estos días en aguas del Port de Sóller y que llega a su fin hoy con un reparto formado por Rosa Marsillí, Daniel Bayona, Lluís Arruga y Ricard Boyle, y con fotografía de Blai Tomàs.

Con financiación conjunta entre la misma productora deMiró, Somera Films, y el apoyo del Institut d’Indústries Culturals así como el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio deCultura, La farsa cuenta una noche de fiesta de tres amigos que deciden navegar en llaüt hasta que encuentran a un chico a la deriva en medio del mar. El náufrago es un inmigrante y su ayuda supone tantos dolores de cabeza que la idea de ignorarle pasa por la mente de algunos, mientras que otros ven claro que hay que ayudarle.

El propio Miró explica que «todo nació por un concurso de cortometrajes de cooperación de laUIB que iba del tema migratorio», una temática «que me sonaba muy farragosa, pero que despertó mi imaginación». Sin embargo, Miró reconoce que «no soy capaz de contar la historia de un inmigrante que llega en patera porque no soy capaz de comprenderla, pero sí puedo ponerme en la situación que describimos y preguntarme cómo actuaría en ella».

Por lo que el trasfondo no deja de ser el de denunciar, aunque con humor, «la hipocresía que hay en nuestra sociedad en la que se habla de amar al prójimo y tal, que es básico, pero en el mar, tal y como vimos con el Open Arms, si ayudas a alguien puedes meterte en un conflicto con la legalidad».

En cualquier caso, «lo bonito no es dar ningún discurso, que no es mi intención, sino poner a tres jóvenes en esa situación y mostrar que por muy racista que sea alguien, si ves una injusticia a dos metros de ti tu impulso es ayudar».

A su vez, se trata de la primera vez «que ruedo en el mar», lo que supone una lección nueva para Miró. «No tenemos todo pensado de antemano, y vamos con un equipo más reducido porque no cabemos en la barca, así que hay que ser más creativo y todo es más difícil. Al no poder poner la cámara en muchos sitios porque no hay dónde pues te limitas mucho más, pero también te da un rodaje más teatral, de plano secuencia, en el que buscamos la sensación más realista posible».