Javier Bardem en su cuarta nominación a los premios de la Academia de Hollywood.

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Will Smith y Benedict Cumberbatch llegan muy aventajados en la carrera por el Oscar al mejor actor protagonista, categoría en la que también compite el español Javier Bardem en su cuarta nominación a los premios de la Academia de Hollywood. Mientras Bardem ya cuenta con una estatuilla, la de «No es país para viejos» en 2008, ni Cumberbatch ni Smith atesoran una, lo que se ha convertido en un factor determinante a la hora de promocionar sus trabajos para atraer la atención de los votantes.

En los últimos días de votación también ha tomado impulso Andrew Garfield, de regreso en las alfombras rojas con tres importantes películas estrenadas en el mismo año, «Spider-Man: No Way Home», «Los ojos de Tammy Faye» y «tick, tick... Boom!», la responsable de su nominación. Finalmente Denzel Washington, candidato al Óscar en una decena de ocasiones y ganador de dos trofeos, no parece que vaya a sumar otro triunfo en una categoría con dos claros favoritos.

Si hubiera un premio a la campaña por el Óscar más entusiasta su ganador sería sin duda Will Smith. El actor no ha ocultado en ningún momento su interés por hacerse, finalmente, con la estatuilla de la Academia de Hollywood, a la que ya ha aspirado en dos ocasiones: «Ali» (2001) y «En busca de la felicidad» (2006). Percibido como un actor taquillero y de entretenimiento fácil, Smith ha vuelto a ganarse el respeto del «cine serio» con «El método Williams», en la que interpreta con todos sus matices al padre de Venus y Serena Williams. Desde que recibió las primeras críticas positivas, el protagonista de «El príncipe de Bel-Air» entendió que era su momento y se lanzó en una intensa actividad de promoción que le ha llevado a prácticamente todos los eventos, alfombras rojas, coloquios, mesas redondas y entrevistas posibles. Fue el más aplaudido en el almuerzo de los Oscar, donde se hizo «selfies» con todo los presentes en la sala y, cuando ha podido, ha llevado a las tenistas Williams a las galas de premios. Y le ha servido, pues ya ha ganado el Globo de Oro, el Bafta y el premio del Sindicato de Actores (SAG).

Benedict Cumberbatch, por su parte, ha mantenido un perfil algo más bajo en la campaña por el premio. Tampoco le ha hecho falta, pues «El poder del perro» es la película más laureada de la temporada y la indiscutible favorita de la noche. Su directora, Jane Campion, prácticamente ya tiene grabado su nombre en el trofeo. Con tan buena publicidad, es muy probable que la mayoría de los casi 10.000 votantes de la Academia hayan visto la interpretación contenida y profunda de Cumberbatch en un filme que trata asuntos como la masculinidad tóxica, la homosexualidad y las carencias afectivas. El actor, que ya estuvo nominado en 2014 por «The Imitation Game (Descifrando Enigma)», da vida a un antipático vaquero que, de tan auténtico que está en su papel, podría sumar menos votos por su falta de carisma.

Que Hollywood respeta a Javier Bardem no es ningún secreto. Su intensidad en «No es país para viejos» quedó grabada en la retina de los cinéfilos estadounidenses, que no olvidan al español, que suma ya su cuarta nominación. En esta ocasión por «Ser los Ricardo», donde da vida al divertido Desi Arnaz, un cómico cubano que se ganó el cariño de millones de espectadores con la serie televisiva «Te quiero, Lucy». A su favor juega que Bardem ha demostrado al gran público su dominio de un registro en el que baila, canta y exuda alegría. Pero la idea de un español haciendo de cubano en una industria rendida a la hipersensibilidad colonial y racial puede remar en su contra, especialmente cuando cada vez que Bardem intenta explicar su postura cae un nuevo chaparrón de críticas.

Es difícil no haber visto a Andrew Garfield en la gran pantalla este año: Ha estado en la cinta más taquillera, «Spider-Man: No Way Home»; ha acompañado a la favorita del Óscar, Jessica Chastain, en «Los ojos de Tammy Faye», y es candidato por «tick, tick... Boom!». Mientras su agente se merece una mención especial, el actor podría dar la sorpresa al capitalizar la división entre Smith y Cumberbatch. Su actuación, como un aspirante al mundo del espectáculo que se enfrenta a la ansiedad de cumplir 30 años sin lograr su sueño, resonará en muchos de los votantes. Más si tenemos en cuenta que interpreta a un personaje real, algo muy del gusto de Hollywood.

Desde los años 1980 no hay década en la que Denzel Washington no haya estado nominado al Óscar. En la última década fueron cuatro veces como actor y otra como productor. Antes, ganó en 2002 («Día de entrenamiento») y en 1990 («Tiempos de gloria»). En esta ocasión llega a los premios como protagonista de «La tragedia de Macbeth», una película de Joen Coen (la mitad de los hermanos Coen), tan perfecta en su minimalismo estético como desapercibida por el gran público.