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El Teatre Principal de Palma retrocede en el tiempo este fin de semana. Y lo hace engalanado porque la ocasión lo requiere ya que no todas las semanas se recibe la visita de Giuseppe Verdi. Es Un ballo in maschera la excusa que atrae la atención los días 26 y 28 de febrero así como el 2 de marzo para narrar una historia de «amor y muerte», como mandan los cánones operísticos, a través de un elenco internacional con mucha presencia mallorquina y, como uno de los grandes protagonistas, la escenografía original de Giuseppe Carmignani de 1913 que, casi 110 años después, hace escala en Mallorca para ‘vestir’ la Sala Gran del Principal y darle una profundidad que retrocede en el tiempo.

Los responsables de semejante hazaña escenográfica y musical presentaron ayer, desde la misma Sala Gran, la ópera. A ellos se unieron la consellera deCultura, Bel Busquets, y el director del Principal, Josep R. Cerdà, quienes destacaron varios aspectos de la producción. Busquets, por su parte, hizo hincapié en la participación de la Orquestra Simfònica de Balears así como la del Cor del Principal, que ve el debut de su nuevo director Xisco Bonnín, y la mezcla actoral con «nombres de fuera, pero también de aquí» como son Joan Lainez, Mercedes Darder, Tomeu Bibiloni, Pablo López, Sebastià Serra y Jordi Fontana.

La ópera de Verdi narra una historia de conspiraciones políticas y asesinatos que giran en torno a un aspecto central: un triángulo amoroso. Todo ello, bañado por una escenografía que es capaz de dotar de profundidad espacial y temporal.

Paralelismo

Mientras que Cerdà hiló un paralelismo con la actualidad política de «traición y corrupción», apropiado teniendo en cuenta la trama de corruptelas y conspiración que aparecen en la obra, y lamentó que «la parte de la historia de amor sí estará en el escenario», a diferencia del mundo político actual, lo que, a juicio del director, «demuestra que el teatro siempre es mejor que la realidad». A su vez, Cerdà destacó que es una de «esas producciones que ya no se hacen», antes de pasar el turno de palabra a Marina Bianchi, la directora de escena, quien hizo un alegato en favor del recuerdo y el pasado. «La memoria es lo que nos permite ver el futuro», comentó la italiana quien también aseveró que esa es «la única manera de hacer teatro. Entendiendo que es algo del pasado que se proyecta en nuestro presente».

Sobre las creaciones únicas en el mundo de Giuseppe Carmignani, importante escenógrafo italiano de la época, Bianchi detalló que fueron descubiertas en unas «circunstancias excepcionales» como son que aparecieran en un almacén del Teatro Regio de Parma, donde fueron utilizadas en 1913 para conmemorar el centenario del nacimiento de Verdi. Algunas de las escenografías están incompletas o se han debido restaurar, pero lejos de camuflar estas cualidades se ha querido «resaltar» dejando algunos huecos negros por la falta del papel de esbozo en el que fueron hechas.

También habló Antonio Corianò, tenor que hace las veces de Riccardo en la obra, quien destacó que aunque «el cásting sea de origen diferente hay un lenguaje común que es universal: el de la música». Así, él, junto la soprano Oksana Sekerina, la mezzo Alisa Kolosova y la barítono Krassen Karagiozov, como con los intérpretes mallorquines, son «capaces de entenderse con una sola mirada».

Lenguaje común

Algo queBianchi confirmó al decir que «el escenario no es solo un espacio físico, sino que también es mental y eso crea un lenguaje común del que todos participan desde su singularidad», generando una obra única en la que los esfuerzos combinados de todos se suman a una escenografía centenaria que permitirá viajar en el tiempo al siglo XIX durante varios días a un baile noble en el que la traición, la muerte y el amor se esconden detrás de una máscara.