TW
0

Entre sus últimos proyectos más destacados está el filme El ventre del mar, de Agustí Villaronga, del que formó parte del equipo de vestuario, pero la carrera de Pau Aulí (Esporles, 1992) no hace más que crecer. El pasado verano se encargó del diseño de producción de la primera serie coproducida por TV3, IB3 y À punt, Mòpies, dirigida por Lluís Prieto y rodada en Lluc. «Fue un salto vertiginoso. De diseñar el aspecto de los personajes a pensar en el look de toda la serie fue interesante y complejo. Agradezco la propuesta de los productores porque no se me había ocurrido hacer algo así y, después de la experiencia, definitivamente se me ha abierto un camino a explorar en esta industria. Visto con perspectiva, creo que ha sido un paso muy natural e incluso lógico, pero si de mí hubiese dependido posiblemente habrían pasado años», afirma.

En septiembre, Rafa Cortés también filmó en la Serra de Tramuntana el cortometraje Fiona, protagonizado por Vicky Luengo y en el que colabora Aulí. «Admiro mucho a Rafa desde que siendo un niño vi Yo. Rodar con él fue una experiencia muy bonita, y poco más puedo decir ya que aún está en postproducción», apunta.

Con quien Aulí ha trabajado en varias ocasiones es con el realizador y guionista catalán David Moragas. La primera vez fue con Men tres tant, cortometraje que inauguró el festival D’A de Barcelona y que está protagonizado por Eneko Sagardoy y Oriol Pla. Después vino Demà ho deixem, pendiente de estreno. Además, avanza que tiene pendiente grabar el segundo largometraje de Moragas, Un altre home. «David es un artista pulcro, esteta, y su proyecto ofrece ciertos rasgos ausentes en el cine nacional. Lo que más me interesa de su trabajo es la capacidad de mostrar cómo es nuestra generación, nuestras dudas, nuestra sexualidad y la forma que tenemos de relacionarnos. Su universo y el mío están muy cerca, a la vez que muy lejos, estando en una situación de aprendizaje constante», detalla. «El filme aún está en fase de escritura, pero ya he visitado edificios donde rodar y he pensado en imágenes que me gustaría crear. Voces tan elocuentes como David exigen un código estético muy concreto: realista, pero con magia y seducción», añade.

Una de los proyectos que más ilusión le hizo de este año, cuenta, es una videocreación de Omotesando para el Liceu de Barcelona. «Me permitió bucear en sus archivos y la larga historia que tiene», celebra. Esta temporada, Aulí está inmerso en L’altre, de Sergi Belbel, que se estrenará a finales de abril en la Sala Beckett y que invita a reflexionar «sobre qué relación tenemos con la tecnología y las dudas éticas que nos puede generar». Ese mismo mes, en el Teatre Principal de Palma, podrá verse Altres formes, deiquel Àngel Raió. «Es una pieza poética y cruda sobre la vida en un barrio marginal durante la pandemia», explica. «Ambos directores son grandes profesionales de gran recorrido y para mí es una oportunidad tremenda para aprender», asegura. Asimismo, de cara a este verano, Aulí avanza que rodará otra película que «posiblemente sea el proyecto más grande en el que haya estado», aunque todavía no puede desvelar más detalles.

Aulí también tiene una estrecha relación con la música, ya que, por ejemplo, ha colaborado con Maria Arnal. Con ella celebró el solsticio de invierno con «un concierto que giraba en torno a la figura de la Sibil·la, en la Sala Oval del Museu Nacional d’Art (MNAC)». «Es muy fácil trabajar con ella, ya que compartimos los mismos referentes como la época clásica, las vanguardias musicales o las figuras paganas. Fue muy bonito cerrar así un año de gira de Clamor. Yo no controlaba lo que era una gira y con este proyecto he entendido lo dura que es la música. He llegado a mandarle vestidos a medida por Correos sin haber hecho prueba. Una vez hicimos por coincidir en un aeropuerto entre vuelos y aprovechamos un baño auxiliar para hacer fitting. De esta gira ya queda poco, el Sónar será el último bolo, pero nuestra cabeza ya está en el siguiente disco», apostilla.

Paralelamente, reconoce que «es necesario cultivarse y escucharse a uno mismo y, por eso, cuando tengo algún día libre me junto con Magnier o Lluís Tudela, dos fotógrafos increíbles, para crear sin objetivo y con libertad. Este margen me permite explorar materiales, siluetas, o crear personajes inventados que luego nutren sin duda mi trabajo en el cine o teatro».

Sobre las diferencias entre concebir estilismos o vestuarios para cine o teatro, Aulí matiza que, a grandes rasgos, sí son mundos parecidos. «En el cine disfruto con los detalles y la variedad de perspectivas que se ofrece de un mismo personaje o espacio porque hay muchos planos de fotografía y looks. De esta forma, puedes explicar el personaje más profundamente. En teatro, en cambio, lo muestras todo en un mismo espacio y look, ya que pocas veces hay cambios. Son códigos diferentes que me permiten trabajar el realismo y la psicología de los personajes, como en Fiona y Mai neva a Ciutat, o el onirismo y la poética, como en El ventre del mar, Maria Arnal o el grupo Tarta Relena. Al final, creo que estar al servicio de una historia de forma desprejuiciada y preparado para viajar es lo más estimulante del proceso», concluye.

En cuanto a El ventre del mar, que después de arrasar en el Festival de Málaga, solo consiguió una nominación a mejor guion adaptado para Villaronga, Aulí confiesa que «siempre es agradable ser premiado o tener éxito, pero es necesario relativizar estos golpes mediáticos. Tanto los negativos como los positivos. En los Goya no solo eché de menos nuestra película, también otras joyas. Estos premios están polarizados, los nominados este años son los mismos que hace 10 años». «El ventre del mar es una cinta concreta, dura y muy bella en cuanto a poética y puesta en escena. Un manifiesto artístico que por su discurso va a madurar muy bien, por lo que creo que nadie del equipo tiene una gran necesidad de reconocimiento inmediato», insiste.