La artista Isa Servera posa en su espacio de trabajo.

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La artista Isa Servera, nacida en Mallorca y residente en Barcelona, une las tradiciones más cercanas y los materiales más próximos en su trabajo. En Igallery pudo verse este verano la exposición colectiva denominada Explicaciones no perdidas en las que se mostraron cinco ejemplos de su trabajo, el mismo que ahora ya prepara para futuras exhibiciones y participaciones como en el Cool Day del año próximo.

La misma Servera señala que sus piezas tienden a centrarse en la «práctica pictórica y en la misma acción de esta, lo que la genera». Esto lo realiza a través de «acciones muy mecanizadas», como la forma en la que una impresora imprimiría la imagen que ella tiene en su mente, pero realizado a mano. Es «el diálogo que se genera entre la mecanicidad y el hecho de producir a mano, que genera errores, lo que más me interesa». Por otra parte, «me gustan muchos los procesos artesanales y el diálogo entre estos y el arte en general. Ese cruce de paralelismos de reacciones entre uno y otro».

A su vez, la propia artista confiesa que los resultados de su trabajo «recuerdan estéticamente a un tapiz en la que la trama y la urdimbre se entrelazan». De hecho es una forma de «traducir estos procesos textiles a pintura».

Ello lo hace «trabajando mucho con las escalas de colores dadas por los fabricantes de mis propios materiales», los cuales son «rotuladores y hojas de papel», es decir, «cosas que puedes encontrar en casa, el colegio o en la oficina», y «realizo recorridos lineales para cubrir la superficie a pintar, de modo que es la propia pauta de trabajo que impongo de antemano la que genera la imagen final».

De hecho, la pieza más grande y que más trabajado le ha llevado hasta ahora es una hoja de dos metros que pintó durante dos años «en los que iba haciendo puntitos repitiendo una escala de color en la que, como una impresora, pero hecho a mano, cubría toda la superficie». La obra, como no, se llama Punto y seguido.

Llatra

Ahora, para sus nuevas ideas, Servera desarrolla una serie «para relacionar la zona de la que vengo, que es Artà, y la obra de pauma, de llatra, con la que se hacen cestas, sombreros y tal». Algo que viene de familia ya que sus abuela «tenía un taller donde hacía estas cosas y mi abuelo se dedicó a hacer cuerda mallorquina en sus últimos años».

El interés por lo artesanal, las raíces y la pintura es, sin duda, un camino marcado para Servera quien confiesa que su mismo recorrido «me está llevando cada vez más hasta ahí», y la tradición artesanal mallorquina parece estar en su horizonte más cercano.