Imagen de Queta y Teo en los años sesenta.

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En la década de los 60, dos niños mallorquines iniciaban, bajo la dirección musical de su padre, Mateo Pizá –militar del Ejército del Aire–, la que en poco tiempo sería una carrera de éxitos y popularidad sin parangón hasta ahora en la historia de la música infantil isleña.

Francisqueta y Mateuet ensayaban en el salón de su casa bajo la estricta observación y asesoramiento de su progenitor hasta que estuvieron en condiciones de aparecer en público en pequeños conciertos que, de inmediato, certificaron que estaban listos para mayores aventuras. Fue así como Queta & Teo surgieron en el mundo del espectáculo.

Mateo Pizá Aulet ‘Teo’ relata a Ultima Hora algunas anécdotas de aquellos años inolvidables. «Poco después de nuestro debut con público, en 1964, contactó con nuestra familia un agente del sello discográfico catalán Edigsa, que propuso a nuestros padres firmar por esa marca para grabar discos». Cuenta que «la única condición que puso mi padre es que cantaríamos como lo hacíamos en esos momentos, en mallorquín, pues dada nuestra edad –Queta, de nueve años, y yo de siete–, ya estábamos habituados a hacerlo.

No hubo impedimento alguno y en poco tiempo tuvimos nuestro primer disco de cuatro canciones en el mercado, siendo una de ellas la que conseguiría mayor difusión, A caçar tigres».

El éxito de este trabajo no se hizo esperar, tal y como recuerda Mateo: «Para asombro de todos, se hizo viral, como dirían ahora, y en poco tiempo se vendieron mas de 20.000 copias», algo que «garantizaba la continuidad de las grabaciones y un gran apoyo promocional por parte de la compañía, en la que ya estaban figuras muy populares o en ciernes como Raimon, Quico Pi de la Serra, Tete Montoliu, Maria del Mar Bonet, Núria Feliu y otros muchos de Els Setze Judges».

Composición

La composición de sus canciones era cosa de su padre, «adaptaba temas ingleses y de otros países, y les ponía letra en mallorquín». Un dato relevante en este aspecto: «Mi padre fue el primero en traducir al mallorquín el gran éxito de Bob Dylan Blowing in the Wind, y que nosotros cantamos con el título de Només ho sap es vent». Al mismo tiempo, Queta & Teo alternaban sus estudios con las grabaciones y actuaciones en directo en festivales, programas de radio y televisión, e incluso intervinieron en la película Elisabeth, que fue estrenada en el Festival Infantil de Gijón.

Y aunque el mallorquín era el habla en la mayoría de sus temas, también grabaron en castellano, aunque, relata Mateo: «En total grabamos 50 canciones, el 30 por ciento con letra y música de mi padre, el resto de otros autores cuyos textos él versionó en mallorquín». Todo este trabajo iba a la par con los estudios de ambos, que pasaba gran parte de su tiempo de gira. Tenían la ayuda de su madre: «Era algo así como nuestra tutora, también asesora en la ropa que vestimos y en la forma de peinarnos para actuar, así que lo superamos. Lo que nos llenaba de inquietud era la actitud de algunos otros niños de nuestros colegios. Se metían con nosotros, querían obligarnos a cantar, hacían gestos de ridículas imitaciones e incluso nos querían agredir. Lo que ahora se llama bullying», recuerda Mateo.

A Mateo Pizá, siendo tan solo un niño, le impactaron otro aspectos, como por ejemplo cuando «nos habían contratado para actuar en 1965 en un teatro de Andorra La Vieja [entonces se la definía así], y el empresario, antes de iniciarse la función, nos dijo ‘los chicos van a actuar durante la segunda parte, que es la que se reserva para la estrellas del espectáculo; antes cantará un joven cantautor catalán que acaba de empezar su carrera y que no es conocido aún’». Y cuando concluyó la actuación del telonero, «mi padre, que lo había escuchado emocionado, le dijo: ‘Amigo mío, tú llegarás muy lejos’. Ese joven cantante era Joan Manuel Serrat.

56 años después

Han transcurrido 56 años desde entonces. En 2018 fallecía Queta con 64 años. Mateo, ingeniero industrial, entró a trabajar en Endesa y tras un breve paso por Gesa, en Mallorca, fue enviado Santiago de Chile, donde aún reside. Allí conoció a su esposa, Carolina, con quién ha tenido dos hijos.

Preguntado por la razón del final de Queta & Teo, Mateo es sincero: «Me cambió la voz».