Unas 3.000 personas han acudido al concierto de Sidonie en el Mallorca Live Summer. | Youtube Ultima Hora

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Eran las diez y diez de la noche y en el antiguo Aquapark de Calvià, sede del Mallorca Live Summer, 3.000 personas cantaban, saltaban y bailaban sin mantener la distancia social, aunque con mascarilla. Ninguno de ellos presentaba vulnerabilidades y para poder acceder a este concierto piloto, protagonizado por el trío catalán Sidonie, les pidieron un certificado digital COVID o un test de antígenos con resultado negativo realizado en las 48 horas anteriores, o una PCR negativa en las 72.

Esta apertura, que parecía urdida por la mente distópica de George Orwell, se integraba con naturalidad en nuestros días. Ahora toca trabajar, todos juntos, unidos -que difícil es eso, ¿verdad?- para devolverla al lugar que le corresponde, del que jamás debió trascender: las páginas de una aterradora novela que recordará, a generaciones venideras, lo cerca que estuvimos del precipicio.

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Un año y cinco meses. Minuto arriba minuto abajo, ese es el tiempo que separa el último acople del concierto que ofreció Second el 25 de enero del 2020 en la sala Es Gremi de los primeros acordes de‘On the sofa’ canción con la que los barceloneses abrían su concierto.

Un año y cinco meses han transcurrido desde que este cronista asistió al último concierto 'normal'. Con gente friccionándose en platea. Porque escuchar música sentado es otra cosa. No es lo mismo sudar la camiseta a golpe de rock and roll que paladear, emperifollado hasta el meñique, las derivaciones barrocas de Bach en una elegante butaca de terciopelo carmesí.

El rock and roll (y el pop, y el funk, y el soul y sí, también el condenado reguetón) nos sumergen en un estado febril, en un electrizante baile de sambito que se suda y se baila, proporcionando catarsis a granel. Un concierto sentado es, citando al maestro Sabina, 'amargo como el vino del exiliado, como el domingo del jubilado'.

concert sidonieFOTO : BOTA