Joan Aguiló, suspendido a decenas de metros de altura. | M. À. Cañellas

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Escondido entre el enjambre de edificios que es el Arenal de Llucmajor se halla la más reciente obra de Joan Aguiló. Un enorme mural de 500 metros cuadrados que decora la fachada del hotel Whala! Fun, donde ya había otra pieza del artista. Desde el andamio, acostumbrado a un vaivén capaz de marear a una peonza, Aguiló recibe dos veces por semana la visita del cineasta Jaume Carrió, con quien se comunica a través de un walkie-talkie y que registra el progreso de la obra para su cortometraje Un parell de cançons després, uno de los ganadores del concurso de la Fundació Mallorca Turisme para promocionar la Isla. El dúo se conoce desde hace poco, pero la química es patente entre ellos. Lo primero que Aguiló pregunta a Carrió es si ya ha pagado el café que dejó a deber en el bar de la esquina y Carrió asiente, divertido.

Aguiló no es el único creador que interesa a Carrió. La actriz y cantante Aina Zanoguera juega un papel protagonista y cuenta con artistas como Leonmanso como papel secundario y obras de Balbina Fullana o James Lambourne. Es Carrió quien explica que «todo nace de una convocatoria de producciones para poner Mallorca en el radar turístico, pero como sus paisajes se venden solos, yo pensé en venderla como una isla de artistas. Me gusta pensar que hablamos de Mallorca como un hogar de creadores con inquietudes».

Vértigo

Ahí apareció Aguiló, a quien el director sigue «desde hace años» por ser «uno de los artistas que más se preocupan por nuestra cultura». Carrió, además, comenta que Zanoguera «también tiene un papel protagonista» y los dos «realizan actos creativos que me parecen impresionantes y me dan vértigo, en el caso de Aguiló literalmente».

Por su parte, Aguiló, una vez fuera del andamio, comenta entre risas que «estoy acostumbrado a que me graben, aunque lo de Jaume es más aparatoso». Sobre la referencia a su importancia por la cultura local, explica que «siempre me ha interesado la identidad local. Cómo somos y cómo nos relacionamos entre nosotros».

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El cineasta Jaume Carrió posa junto al equipo técnico frente al mural de Aguiló.

Por esta razón, «me baso en mi vida porque soy como muchos mallorquines que han crecido aquí y se pueden identificar». Para ello, Aguiló utiliza «los pequeños actos cotidianos que nos definen como comunidad, como el hecho de que bañarte con una regadora cuando vuelves del mar define un ritmo de vida y nuestra forma de vivir».

Hacer las pequeñas cosas a lo grande, con murales gigantescos, poniendo a la mallorquinidad como algo digno de verse y de protagonizar Un parell de cançons després, donde Carrió une pintura, música y cine siendo este último «el arte que une todas las demás disciplinas» y que «se hace explícita» en las obras de Zanoguera y Aguiló, a los que «nos aproximamos casi como un xafarder que está cerca y muestra toda esta información». Logra el director, de este modo, suplir una falta «de mi propia obra: la preocupación por lo local» y, para ello, «he robado a Joan Aguiló de su personalidad para ponerla en la película» aprovechando el «la humildad y lo sociable que es Joan» para describir una Mallorca existente, pero algo más oculta al ojo externo. Una que va más allá del sol y playa. Una isla llena de arte.

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El nuevo mural de Joan Aguiló decora una pared de 500 metros cuadrados en el Arenal, donde, subido a un andamio, lleva a cabo su obra. Fotos: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS