Imagen de archivo de la sala de conciertos ubicada en la séptima y última planta del Hotel Saratoga de Palma, el conocido Blue Jazz Club. | Pere Bota

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La crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus golpea con fuerza el sector cultural, un sector que ya advertían muchos, estaba herido de gravedad mucho antes de que apareciera este nuevo virus hace ya cerca de nueve meses.

De esta manera, la irrupción de la COVID-19 ha puesto en evidencia la vulnerabilidad a la que tienen (y ya tenían) que hacer frente los artistas, con frecuencia menospreciados por las administraciones y las instituciones, con pocas o inexistentes ayudas para subsistir con la merecida dignidad.

Una prueba más de ello es la noticia que publicó Ultima Hora sobre el cierre de la sala de conciertos ubicada en la séptima y última planta del Hotel Saratoga de Palma, el conocido Blue Jazz Club, uno de los templos del jazz de nuestra tierra, una clausura que ahora avala el Tribunal Superior de Justícia de les Illes Balears (TSJB). El Ajuntament de Palma ya ordenó el cierre en 2017 por no tener una licencia que permitiera esta actividad y, según publicó Ultima Hora, venía seguida de denuncias e inspecciones por ruido.

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Para los músicos, supone echar más leña al fuego en esta situación ya delicada de por sí por culpa de la crisis provocada por el coronavirus. Así lo cree Jordi Álvarez, vocalista y guitarrista de Big Yuyu, que apunta que es «una noticia triste para la música y para todo el público que acude al Blue Jazz Club, porque existe un público fiel y funcionaba muy bien. Desde marzo que casi no hay conciertos, pero duele que, de cara al futuro, perdamos este escenario de Palma».

Autoridades

El armonicista Víctor Uris coincide en que es una mala noticia y añade que es, además «injusta», «porque no lo cierran por el coronavirus, sino por otras historias. Hace más de una década que está en marcha y nunca ha habido ningún problema. No lo entiendo. Todas las autoridades van en contra de la música, sobre todo en directo, que se está persiguiendo. No sé qué tienen en contra de ella».

Isis ‘Apache’ Montero, presdidenta de la asociación Pro Músics, que surgió precisamente a raíz de la crisis sanitaria, aseguró que «no se entiende, una vez más, una sentencia como ésta». «No entendemos que un hotel pueda celebrar u ofrecer un brunch abierto al público exterior o puede incluso tener abierta la piscina a gente que no esté hospedada, pero justamente otra vez la música en directo se criminaliza de esta manera».