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Los chicos de La Oreja de Van Gogh vuelven por todo lo alto. Cuatro años después de su último trabajo, ahora lanzan Un susurro en la tormenta, un disco, el octavo del grupo, que contiene algunas sorpresas y que supone, sin lugar a dudas, el cambio más significativo en ellos.

¿Cuatro años sin publicar disco son muchos o pocos?

Nosotros estamos un poco al margen de los ritmos que lleva la industria musical. Sacamos disco cuando lo tenemos y cuando sentimos que hemos llegado a donde queremos con las canciones. Unas veces es más tiempo y otras menos.

A pesar de su bagaje, ¿da miedo que los fans se olviden de uno?

Los miedos existen, pero es eso, estamos al margen de las modas y de las radiofórmulas. Quizá ese sea uno de los pocos privilegios que tenemos de los galones que nos da la experiencia y llevar tanto tiempo. Las decisiones que tomamos son ya, desde hace mucho tiempo, exclusivamente artísticas, para bien y para mal.

¿Por qué 'Un susurro en la tormenta'?

Resume un poco el contenido del disco. En las canciones hay muchas conversaciones, muchos diálogos. Con tus hijos, con los amigos, con las personas que no están... Incluso un diálogo con tu propia conciencia. Con nuestra forma de escribir, las historias, que a veces tienen ese punto trágico, al final siempre hay una puerta abierta a la esperanza. Y ese susurro, el que a muchas veces te da alguien en la tormenta, en el día a día, en el silencio, es el que te da esa visión de la vida que muchas veces se necesita.

¿Arriesgan en él o es mejor ir sobre seguro?

Estamos convencidos de que a la gente que le guste La Oreja de Van Gogh le va a encantar, y a la gente que no, no le gustará. No hay un cambio de estilo salvaje, no intentamos ser lo que no somos. Eso no quiere decir que estemos todo el rato haciendo el mismo disco. Hemos crecido, tenemos el doble de edad que cuando escribimos el primero y lógicamente la música crece con nosotros. Pero, definitivamente, [el disco] sí que es totalmente La Oreja. Ahora bien, también tiene la marca de la casa, que es que en él hay de todo, desde una superacústica, a más tranquilas y reflexivas y otras más pop con toques electrónicos. Esa especie de amalgama nos ha acompañado y nos acompañará siempre. La sensación es que no es un disco más, es uno de los más auténticos y donde más desnudos nos hemos mostrado. En ese sentido, sí marca una diferencia con otros discos.

¿Se compone y se interpreta diferente a como lo hacían hace 5, 9 o 12 años?

Rotundamente sí. Es inevitable. Nosotros hacemos canción nuestras experiencias vitales, y no somos los mismos que hace años. Nuestra visión de la vida, del amor, es completamente diferente, porque evolucionamos, tenemos familia y porque la relación en pareja es muy diferente con 40 años a cuando tienes 20. Eso no quiere decir que no tenga nuestro trazo. Y vamos creciendo con la gente. Uno de los problemas que tenemos los artistas es que podemos llegar a despegarnos de la gente, que dejemos de interesar al que nos sigue y, de repente, empecemos a contar historias con las que nadie se identifique o que no le pasen a nadie. Creemos que nosotros sí seguimos volcando esas historias del día a día y que por eso la gente sigue a nuestro lado.

Leire: en este disco, hay canciones que están cantadas totalmente distinto a lo que hemos hecho anteriormente. Ya no solo porque yo sea capaz de sentir las cosas de otra manera que hace 12 años, sino porque vamos probando cosas que en este disco aparecen por primera vez.

También aparece por primera vez un dueto entre dos componentes -Xabi y Leire-. ¿Cómo surgió?

Fue un experimento más, que es la manera que tienes de aprender. El plan original era invitar a alguien con talento y que tuviera tirón comercial, pero, en la línea de este disco, decidimos que sería algo más honesto y hacerlo a nuestra manera.

Leire: ahora el problema va a ser decirle que no y que se calle [risas]. Estamos felices, porque llevábamos mucho tiempo insistiéndole y al final lo hemos conseguido.

¿Qué opinan de las etiquetas? ¿Son necesarias?

Leire: conforme van pasando los años, al que ya te ha ubicado en un lugar, es muy difícil sacarlo de ahí. También creemos que nosotros hacemos la música que queremos hacer sin prejuicios de esas etiquetas. Eso no nos condiciona. No estamos pensando cómo nos van a catalogar o qué van a decir de nosotros. Son decisiones artísticas que tienen que ver con lo que queremos decir y cómo lo queremos decir.

¿Les ha afectado mucho la pandemia?

Leire: afortunadamente, los planes que se han truncado son más de logística y salvables. A nivel de salud, el susto fue morrocotudo. Cada uno ha estado con su familia, pero hemos estado en continuo contacto porque los planes de marketing tenían que seguir. Donde nos hemos visto más afectados, evidentemente, ha sido con el tema directos para presentar las canciones. Hasta ahora no se podía porque el aforo permitido era tan mínimo que era imposible llevarlo a caso. Afortunadamente, estamos viendo que la cultura es segura, no hay que confundir ni asustar en ese sentido.

¿Qué opinan de las medidas dirigidas al sector?

Todavía no tenemos una opinión formada. Sanitariamente, que es lo urgente, podemos decir que ir a un concierto es seguro. Obviamente, ahora es más farragoso, pero igual que ir a cenar, por ejemplo. Hay una sensación de descontento general, pero, honestamente, volcarlo sobre las autoridades políticas de primeras y sin tener datos, nos parecería incauto. La situación es gravísima, hay familias que lo están pasando muy mal y precisan soluciones ya, pero es verdad que todo necesita un proceso y no podemos caer tampoco en la crítica fácil hacia la clase política. Nos parece que ahora mismo no ayuda. Eso sí, creemos que durante el confinamiento la cultura ha dado un paso adelante y nos sentimos orgullosos de pertenecer a un sector que comprendió perfectamente cuál era su papel y reivindicamos que no se olvide.

Hace unos días se cumplió el 20 aniversario de 'El viaje de Copperpot'. ¿Es su disco más redondo?

Es uno de los discos más emblemáticos, uno de los más queridos por los fans. Es ese disco que tiene la naturalidad de un grupo de veinteañeros a los que realmente no les pesaba la responsabilidad, solo querer estar juntos y hacer canciones. Por lo que nos dice la gente, sentimos que ha envejecido muy bien. Es un orgullo, un lujo y una auténtica maravilla pertenecer a él, pero ha sido la gente la que lo ha hecho grande.

¿Sienten el mismo orgullo cuando les dicen que forman parte de la banda sonora de la vida de las personas?

De verdad que sí. Además, la gente te lo cuenta diciendo que nos lo dirán mucho, pero, de verdad, nunca es demasiado. Que las personas te den esa parcela en su corazoncito, por muy cursi que suene, es un auténtico orgullo. El día que no nos emocione un comentario así es que está pasando algo raro y, seguramente, malo.

¿Alguna vez se ha planteando por ambas partes hacer una colaboración con Amaia Montero?

Eso sería un hit del morbo. Ahora mismo Amaia tiene su carrera y no tendría mucho sentido una colaboración más allá del morbo o del hype. Artísticamente, a día de hoy no tiene mucha razón de ser.

12 años desde que llegó Leire al grupo. ¿Se puede decir que son un matrimonio bien avenido?

Leire: ¡Espero! [risas]. Los años nos hacen disfrutar las cosas de otra manera, o, al menos, con una perspectiva que con las prisas de los 20 años no te paras a pensar. Hay un momento en el que te sientas y te preguntas por qué estás aquí y qué es lo que quieres, y la respuesta es que nos lo pasamos bien, nos queremos, y no te planteas nada más. Hay ciertas ansias o historias que con los años van quedando atrás y empiezas a valorar otras cosas. Te acomodas, te relajas, y, en ese sentido, hemos llegado a un equilibrio.