El batería y creador de la banda Blondie, Clem Burke, en Es Baluard de Palma. | Jaume Morey

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Con su característico peinado y sus gafas de sol, que le dan un aspecto más rockero si cabe, llegó a Es Baluard el batería Clem Burke (Nueva Jersey, 1955) fundador de la mítica banda Blondie, autores de éxitos internacionales como Heart of Glass, One way or another o la archiconocida Maria. Burke, que ha colaborado con bandas como Eurythmics o Bob Dylan, presentará por primera vez en Europa su documental My View para clausurar del ciclo de cine y música ContrastMallorca el 6 de junio.

¿Es su primera visita a la Isla?

—Pues lo cierto es que no, toqué aquí en la mitad de los 90 con una banda llamada Plimsouls en una gira por España. El promotor vivía aquí y fuimos a casa de su madre a comer paella al lado del mar. Tenía muchísimas ganas de volver porque este es un lugar muy especial en el mundo.

¿En qué consiste My View, su documental?

—Es un año en mi vida, una aproximación a lo que es el día a día de un músico profesional y tiene que ver con mi fundación, el Clem Burke Drumming Project de la Universidad de Chichester, que estudian la mente y el cuerpo de un músico de alta actividad. Se me ve en concierto con Blondie, en colaboraciones y creo que a los fans de la banda o de la batería les puede gustar.

Tras cuatro décadas en la música, ¿se imaginaba tanto tiempo sobre el escenario?

—Me imaginaba a mí tocando tanto tiempo, pero nunca hubiera imaginado que Blondie existiría durante todo este periodo. No hay forma de predecir esto, pero parece que la música que hicimos ha superado la prueba del tiempo.

¿A qué cree que se debe ese éxito tan duradero?

—Creo que en la Nueva York de los 70 pensábamos de manera muy adelantada a esa época en cómo crear música, y por eso creo que fuimos muy afortunados de empezar la banda allí. Eso creo que nos ha ayudado mucho para poder continuar.

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Blondie coqueteó con varios estilos como el dance, pop o incluso el rap, ¿a qué se debe esa experimentación?

—Nos movíamos en el underground neoyorquino y muchas de las cosas que oíamos todavía no se habían expandido internacionalmente, pero nosotros las conocíamos, y cogíamos lo que nos gustaba. Ramones, Talking Heads, Patti Smith, y muchos más nos influíamos mutuamente. Íbamos a un concierto de una banda y decíamos: oh, eso es interesante, y ellos hacían lo mismo con nosotros. Era una especie de correspondencia.

¿Hoy en día sería posible hacer lo mismo?

—Ahora las fronteras entre estilos están muy segmentadas, y la producción actual está tan digitalizada que le quita un poco el alma a la música. Aunque se están haciendo cosas muy buenas. El rock ya no es algo popular pero siempre habrá jóvenes con guitarras y baterías. Todo arte coge de otro arte como en una cadena de montaje musical.

¿Hay algún artista actual que le guste especialmente?

—Me gusta mucho lo que está haciendo Billie Eilish. Está muy influenciada por Lana del Rey con buenas letras, melodías fuertes pero una música mínima. En la era digital todo suena un poco igual y no tiene conexión humana, pero Eilish combina muy bien su emoción con la música minimalista y funciona genial.

¿En qué momento supo que había dado con su ‘blondie'?

—Estaba muy marcado por David Bowie y Mick Jagger buscando a alguien carismático y energético. No imaginé que encontraría lo que buscaba en una mujer, pero lo hallé en Debbie Harry. Desde el principio sentí que fui yo quien descubrió a Debbie.

Como músico y batería, concretamente, ¿qué disfruta más: el escenario o el estudio?

—Disfruto facetas de ambos, pero me gusta mucho estar en el estudio. Cuando toqué con Eurythmics disfruté muchísimo grabando. Los directos me gustan pero son trabajos de 24 horas y a veces te cansas. En cualquier caso, no toco siempre lo mismo en los conciertos para que no sea aburrido para todos, pero en general intento disfrutarlo todo.