Imagen promocional del grupo Kakkmaddafakka.

TW
0

Ser de Noruega no es excusa para bautizarse con un nombre tan complicado, demonios. Prueben a pronunciar Kakkmaddafakka y me cuentan. Aunque, todo sea dicho, este quinteto procedente de la gélida Bergen no tiene nada de excéntrico y sí mucho de diversión. Su indie pop amenizará la edición de 2020 del MoboFest, uno de esos pequeños festivales que sin alzar la voz consiguen afianzar al público con una programación coherente y de calidad. Este año, el festival con sede en Sant Joan se celebrará los días 22 y 23 de agosto.

Es posible que del cuello de Kakkmaddafakka jamás penda la etiqueta de ‘banda del momento’, y que ni siquiera figuren entre los conjuntos más escuchados en tal o cual plataforma digital, pero tampoco parecen obsesionados con el tema… Su zona de confort se encuentra sobre cualquier tipo de escenario -los han pisado de todos los tamaños- ganándose por sorpresa a un público desorientado que no acaba de ubicarles en el mapa del pop independiente. Más aún viniendo de donde vienen, un país con un gusto más propenso por los sonidos oscuros. Pese a todo, el pop sintético y bailable de Kakkmaddafakka -qué suplicio- lleva años instalado en la terna de aspirantes a ‘petarlo’ desde el año de su nacimiento, el ya remoto 2004.

Puesta en escena

Los motivos los encontramos en su divertida puesta en escena -quién diría que son escandinavos los muchachos...- y, sobretodo, en la raíz de su propuesta: un pop que no le hace ascos a ninguna influencia y se ‘mete en la cama’ con arreglos en clave hip hop, reggae, disco, house o r&b.

La mezcla, claro, es explosiva. Un cóctel perfecto para estos tiempos de transición, confusión y desajuste ideológico. Y es que, entre divas del electro y folk-rock de barbudos, las canciones coloridas y urbanas de Kakkmaddafakka casi suenan radicales.