Albert Pinya, ante el mural que inaugura este viernes. | José Sevilla

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Lobezno, Nosferatu, Calle 13, Apocalipto, Juego de Tronos y Mars Attacks se dan la mano en Pinyin Excercise, el mural de 50 metros de largo por cuatro de alto que el artista Albert Pinya (Palma, 1985) ha plasmado en una pared de Matadero Madrid, y que se inaugurará este viernes por la tarde.

«He querido mezclar personajes de cómic e imágenes que he captado en mis viajes con la base de este proyecto, las letras del alfabeto chino y los aforismos que aparecen en tratado sobre pintura de Shitao El monje Cabeza Amarga», explica el creador isleño, que complementará esta colosal obra con música ambiental del DJ Nobisaki, en la Nave 10.

En el enorme fresco, se alternan letras del alfabeto chino de dos metros de altura con figuras también gigantescas surgidas de la mente de Pinya. Los sinogramas orientales representan significados como el ojo, la nada, la montaña, la nube. El primero se sitúa junto al dibujo del vampiro Nosferatu de la película expresionista de Murnau.

«La pintura es como un vampiro que se muere pero siempre resucita», señala el artista que el 14 de diciembre inaugurará otro mural en Milán.

«Cuanto más refino mi obra, más me acerco al hombre de Altamira», reconoce, en referencia a varias manos negras plasmadas entre dibujos, símbolos y colores. «He humanizado los símbolos del alfabeto chino dotándolos de ojos, narices...», indica quien ha trabajado en este proyecto tres semanas seguidas a un ritmo de doce horas diarias.

Otras figuras algo más pequeñas se combinan con las gigantescas. Una la bautiza Pinya como Furbo («significa pícaro en italiano») y otra es Vampiboy. A su lado se puede contemplar el rostro de Bellacoso, inspirado en una canción de Residente, uno de los cantantes del grupo Calle 13. En la pared también aparece Apocalipto, que nada tiene que ver con la película de Mel Gibson, sino con los alegres, a la vez que letales, extraterrestes de la película Mars Attacks de Tim Burton.

«Las dos primeras imágenes, junto a la entrada, representan unas figuras que vi en Israel», destaca. «En su conjunto es un mural con mucho ritmo con un fondo ligero, pero dotado de un color negro por encima, que proporciona contundencia al impacto visual de la pieza», explica el pintor palmesano, premio al mejor artista joven de ARCO en 2014. Finalmente, la cara de A girls has no name es un guiño a la serie Juego de Tronos y a sus seres sin rostro. «Siempre he creído que no somos nada», matiza.