Manolo García, que actúa en Palma este fin de semana, en una imagen promocional.

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Dejó su impronta en Los Rápidos, Los Burros y El Último de la Fila y desde 1998 mantiene a flote una carrera en solitario que compagina con la pintura. Con semejante currículo, otros se refugiarían en su torre de marfil a verlas venir, pero Manolo García nunca le perdió el pulso a la vida. Con su eterno aire de chico de barrio, el catalán se muestra tal como es: cercano, buen conversador y concienciado con los problemas de la gente. El Auditòrium de Palma acogerá los conciertos de la gira Acústico 2019 el viernes 26, y un día después, el sábado 27, una gira en la que perfuma sus temas más icónicos y representativos con aromas acústicos.

¿Cuál es el punto de partida de la gira Acústico 2019?
— En el final de la gira anterior, eléctrica y rockera, me dí cuenta de que no quería volver a casa, necesitaba seguir en la carretera. Y pensé que como nunca había hecho una gira en acústico sería un buen momento para ponerla en marcha.

He leído que los arreglos en acústico le dan un nuevo vuelo al repertorio...
— Le da otras posibilidades, en acústico te puedes permitir ciertas licencias, cambios que remozan y le dan otro lustre a las canciones. Como te he dicho, me apetecía hacer un acústico experimental, una revisión absoluta de temas que llevan acompañándome muchos años.

¿Siente que lo que escribe da testimonio de la época en la que vive?
— Da testimonio de mi pasar por estos días, es una necesidad vital que creo que aporta sentido a mucha gente y a mí, por supuesto. Todo lo que hago lo trato con mucho cariño y mimo, jamás hago o haré algo solo por hacer o por dinero.

Decía Nietzsche que las mejores ideas se concibieron caminando. ¿Cuándo le asaltan a Manolo García estas iluminaciones?
— Cuando menos lo esperas, cuando menos lo buscas. La inspiración es muy caprichosa, a veces basta con ver pasar la vida para que te asalten las ideas.

¿Existe un truco para saber cuándo una idea se debe plasmar sobre una canción o sobre un lienzo?
— El truco está en escribir muchos bocetos de canciones y trazos sobre las telas. Dejar que reposen dos semanas y al volver a ellos sabrás si seguir o no.

Sospecho que con la música mantiene una relación matrimonial, mientras que con la pintura es más promiscua...
— Son dos disciplinas que se complementan, las dos me dan una energía diferente. Mira, ayer estaba ordenando mis cómics, la mayoría muy antiguos, colecciones enteras que he rescatado de la humedad. Mientras lo hacía pensaba en lo mucho que me ha dado la contracultura, en esos años en los que ansiábamos abandonar los días grises y salir a un mundo joven, colorido y perfectamente loco.

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¿A estas alturas, qué es lo que mantiene viva su curiosidad?
— La tentación de existir, saber que si la curiosidad te abandona estás acabado, te conviertes en un mueble. La curiosidad es un motor imparable.

¿Alguna vez siente envidia sana, o de la otra, cuando escucha o lee algo perfecto?
— Tengo muchos defectos pero la envidia no es uno de ellos. Lo que hago es disfrutarlos, soy admirador de mucha gente. Creo que a través del arte los seres humanos podemos arañar energías que nos mantienen vivos más tiempo.

¿No cree que últimamente la cultura está un poco ausente de la política?
— En los últimos años ha estado penalizada incluso, por ejemplo por los tipos del IVA. La cultura siempre ha sido la mosca cojonera del poder, porque lo cuestiona y eso al poder no le gusta.

Qué le incomoda más: ¿La incomprensión, el aburrimiento o la ignorancia?
— El aburrimiento. Lo detesto. En cuanto a la ignorancia, a veces el ignorante no es el culpable.

¿Cuál de sus temas elegiría para embotellarlo y venderlo como antidepresivo?
— Tengo unos cuantos, pero te voy a decir Estoy alegre o Una tarde de sol.

¿En qué le va la vida a Manolo García?
— Me va la vida en estar recluido en un mundo tecnológico, en el que todo se basara en ‘clicks', y verme abocado a disfrutar de la vida únicamente a través de la tecnología. Eso sería letal. A mí déjame bañarme en el mar, oler los pinos y tomarme una cervecita.

Joaquín Sabina ha dicho que esta muy harto de que la gente diga que es estupendo envejecer, ¿comparte su idea de que ‘hacerse viejo es una puta mierda'?
— Sabina es tremendo con sus frases lapidarias [risas]. A ver, hacerse viejo es una mierda, sí, pero es mejor hacerse viejo que no estar. Es mejor cumplir que no cumplir. Es como cuando alguien te dice ‘vaya vida', y yo pienso ‘pues anda que la otra'... Cumplir años está bien si sabes llevarlo, cuando lleguen los achaques ya pensaré ‘qué mierda'.