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Cuando faltan cinco días para que se presente la XXIII edición del Diccionario de la Real Academia Española, la RAE afronta ya «el gran reto» del futuro de esta obra de referencia que, si no aprovechara las ventajas de la era digital, «estaría condenada a la extinción».

«A partir de ahora, el Diccionario se hará desde el principio con una concepción digital y tendrá también versiones en papel», afirma el secretario de la RAE, Darío Villanueva, en una entrevista en la que habla del pasado y futuro de esta obra cuya edición electrónica recibe unos 40 millones de consultas al mes.

El 16 de octubre se conocerán los detalles del «Diccionario de la lengua española», que Espasa publicará en todos los países hispanohablantes. Tendrá 93.111 artículos, frente a los 84.431 de la edición anterior de 2001, y recogerá 195.439 acepciones, entre ellas casi 19.000 americanismos. Costará 99 euros.

Las veintidós Academias de la Lengua Española han participado activamente en la elaboración de esta edición y le han dado el visto bueno a las numerosas novedades que se han aprobado a lo largo de estos once años, muchas de las cuales se han volcado ya en la versión digital.

Para conocer la última tanda de novedades habrá que esperar al jueves, aunque el pasado mes de marzo, cuando la RAE entregó el original del Diccionario, ya adelantó que se incluirían palabras como «bótox», «cameo», «dron», «feminicidio», «multiculturalidad» y «precuela». También estarán mileurista, tuit, tuitear, tuitero y red social.

La XXIII edición coincide con el tercer centenario de la Academia, que nació precisamente para hacer un diccionario que situara a España a la altura de los países de su entorno.

El resultado fue el «Diccionario de autoridades», «una obra monumental», en seis volúmenes, «ante la que los académicos nos seguimos quitando el sombrero», señala Villanueva, coordinador de las comisiones académicas que elaboran el Diccionario .

«Trescientos años después tenemos que estar a la altura de aquellos pioneros y hacer algo semejante, pero para la era digital y pensando en los usuarios que ya son nativos digitales», subraya el secretario.

El Diccionario que ahora llega a las librerías es heredero del de 1780, que fue cuando la Academia decidió publicarlo en un solo tomo y prescindir de las citas de escritores.

De aquella gran obra fundacional queda más de lo que parece. «Un porcentaje muy elevado» de las palabras del Diccionario de Autoridades «sigue aún vigente» porque el Diccionario de la Academia «quiere servir para la comprensión del español desde 1500».

Aquel primer diccionario del XVIII «respondía a la mentalidad de su época», en la que el catolicismo era «una religión incuestionada y única», comenta Villanueva.

Como ejemplo del peso que tenía la religión en «Autoridades» puede valer la definición de «DIOS» (aparece en mayúsculas), a la que se le dedican seis páginas enteras y que comienza así: «Nombre Sagrado del primer y supremo Ente necessario, eterno e infinito, cuyo Sér como no se puede comprehender no se puede definir...».

La Academia, asegura Villanueva, lleva tiempo «depurando» el excesivo carácter religioso que tenía el Diccionario «por razones obvias».

«Vivimos en una sociedad laica y, por otra parte, el Diccionario debe recoger el léxico de las diferentes religiones, no solo de la católica», añade.

Y también lleva tiempo la RAE reflexionando sobre el futuro de su Diccionario.

Esa cuestión se debatirá en un simposio internacional que habrá en Madrid del 5 al 7 de noviembre, en el que participarán representantes de los principales diccionarios europeos, lingüistas y responsables de Google, Microsoft e IBM.

Se aproximan «grandes cambios», subraya el secretario. A partir de ahora, «el diccionario será digital y tendrá versiones en papel».

Villanueva tiene claro que «no hay opción. Es decir, si el 'Diccionario de la lengua española' que la Academia viene haciendo desde 1726 no diera este cambio, estaría condenado a la extinción».

Desde que acabaron la nueva edición del DRAE, hace ya unos meses, los académicos «están haciendo una lectura» del Diccionario «para percibir qué es lo que inevitablemente hay que cambiar».

«Vamos a tener que dedicar sesiones muy importantes y decisivas para acordar corporativamente la refundación del Diccionario», dice Villanueva.

«El homenaje mejor que podemos hacer es refundar el diccionario, no solo mejorarlo, porque eso es lo que hemos venido haciendo desde 1780 hasta ahora», subraya el secretario, quien matiza que lo de «la refundación» es una opinión suya, pero «no es ajena a la Academia».

«Lo importante será cuando esto u otra cosa se convierta en la decisión institucional, y eso se producirá próximamente».