La soprano Ainhoa Arteta, ayer en Pollença.

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Encumbrada por el compositor Joan Valent como «el puntal de las voces femeninas de este país», la soprano Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964) interpretó anoche obras de Schumann, Strauss, Albéniz, Granados y Manuel de Falla, en un Claustre del Convent de Sant Domingo de Pollença abarrotado, dentro del festival del municipio, acompañada al piano por Rubén Fernández-Aguirre. Estaba previsto que fuera un concierto «intimista, purista», calificó la cantante. «El intérprete se reta con unas obras de una belleza tan inmensa que verdaderamente es un auténtico disfrute», reconoció Arteta horas antes del recital, en una comparecencia con los medios.

Nombrada recientemente como embajadora honorífica de Marca España, Arteta eligió el repertorio citado por la acústica del lugar. «Es tan perfecta, tan redonda, un diez», matizó.

Juventud

Rebobinando hasta sus inicios, Ainhoa Arteta recordó que de joven «quieres llegar hasta la luna», pero «con los años vas aprendiendo que dependemos muchísimo de nuestro instrumento». Un consejo del tenor Alfredo Krauss se le quedó grabado a fuego en la memoria, de forma indeleble: «A la voz hay que escucharla y nunca obligarla».

No obstante, hubo un periodo en que la soprano perdió su voz, su instrumento. «Fue muy duro. Creo que los músicos hacemos esto por pasión, no se hace por otra historia. Cuando ves que algo que te produce tanta pasión de repente te falla es tremendamente triste».

Tuvo la fortuna de toparse con una persona que llevaba 10 años detrás suyo sin que ella lo supiera. La recondujo y después de un año volvió a recuperar su preciada voz. «Fue como deshacer el puzzle y empezar desde cero».

Ainhoa Arteta debutó en 1990 en la Ópera de Palma Beach (Florida, Estados Unidos) como Corinda en La Cenerentola de Rossini y desde entonces ha recorrido multitud de escenarios alrededor del mundo. Ahora, atisba un panorama en la lírica que depende «de cómo lo quieran ver los políticos y quienes llevan a cabo la administración de nuestro país».

Además, opina que invertir en cultura es hacerlo en economía y progreso. «Algunos ya se han dado cuenta», confesó. Aún así, España «no es un país que se vea tan boyante como antes, pero tampoco creo que sea el peor de Europa».

En general, a nivel musical, según la artista, «España está muy bien considerada porque en los últimos 25 años de bonhomía se ha invertido mucho en música». Pero, recalcó, que «todo lo que se gaste en cultura nunca es demasiado», una declaración que propició los aplausos de un señor que acudió a la rueda de prensa como ciudadano.

La aproximación de la ópera a los jóvenes todavía es una vieja asignatura pendiente. Arteta apuntó que se está haciendo «mucha labor» por parte de los teatros con ensayos abiertos al público e incluso «se llevan colegios a algunas funciones. El clásico es algo que crece según va creciendo uno. Está muy bien poner la 'semillita', no hace falta atiborrar a los niños». Ni siquiera a los suyos, en su casa, que cuando le escuchan cantar le piden que baje el tono.

Respecto a la recuperación económica, la cantante prefiere creer que «no están solamente en política y economía, sino en el pensamiento, en el ímpetu del pueblo».

Benéfico

Cabe recordar que el 22 de agosto, a las 21.00, la Torre de Canyamel será escenario de un recital solidario a cargo de Ainhoa Arteta y a beneficio de Projecte Home Balears y Mater Misericordiae.

Por otra parte, Joan Valent lamenta el cese de Josep Vicent al frente de la Simfònica. «El trabajo que estaba haciendo era bueno, creo que responde más a cuestiones administrativas y políticas que a cuestiones artísticas».