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Más que un simple grupo de rock, Extremoduro se erige en religión para su heterogénea parroquia, una legión de pretorianos entusiastas que comprende desde adolescentes 'macarras' a ejecutivos maduros de incógnito. La culpa la tienen un puñado de canciones que rastrean los ecos de Lorca, Machado y otros grandes librepensadores, un alud de referencias tan crípticas como el propio Robe Iniesta, líder de los extremeños y culpable de inocular entre sus fieles lo que ningún profesor de literatura logró transmitirles. La pasada noche, más de 8.000 almas pudieron empaparse del romanticismo suburbial de la banda en el recito de Son Fusteret de Palma.

Con las barras de los 'chiringuitos' a pleno rendimiento y la mayoría del público apurando sus cervezas arrancó el concierto; apenas pasaban quince minutos de las 22.30, hora prevista por la organización para el inicio del show , y Extremoduro arrancaba con Sol de invierno , corte extraído de su aclamado álbum Deltoy . Le siguió Agila y, poco a poco, los de Plasencia fueron desatando su rock urbano y progresivo, una auténtica hormigonera rítmica que a día de hoy sigue a pleno funcionamiento. El cartel prometía dureza y sabor callejero, pero el apoteosis estalló en los momentos en que Robe Iniesta evidenciaba sus dotes escénicas, bien sea como monologuista panfletario, o como carismático y singularísimo frontman de la banda, entonando himnos que pertenecen ya a la memoria musical de una inmensa mayoría de residentes del rock: Todos me dicen , Pepe Botica ...

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Salvaje

La salvaje colección de temas que dejó exhausto a un público variopinto al que une una fuerte vinculación con la banda. Al cerrar esta edición estaba previsto que el concierto se prolongase hasta pasada la medianoche.