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La restaurada arquitectura de Guillem Sagrera arropa en sa Llonja la exposición de esculturas del artista Tony Cragg (Liverpool, 1949) que se inauguró ayer con obras de los últimos cinco años, en su mayoría piezas muy orgánicas -algunas conviven bien con las columnas elicoidales del edificio- que Cragg seleccionó de entre su producción de los últimos cinco años para que establecieran «un diálogo» y «armonizaran» con el interior monumental del edificio gótico.

Cragg, que conoció sa Llonja cuando hace un año comenzó a 'rodar' la intervención de Bernardí Roig en dicho espacio, denominada Walking on faces , a la que prestó su imagen al igual que más de 2.000 ciudadanos, apuntó que la selección de piezas había resultado «difícil» porque «sólo alguna de ellas podía responder al reto que supone exponer en sa Llonja» y que su intención al plantear un concepto estilístico había sido «realizar una buena exposición». No quiere rivalizar con un espacio gótico tan potente, sino que las esculturas se «integren» en el mismo. En el conjunto de la exposición, una pieza rompe rotunda con un posible sentido de unidad. Se trata de un enorme barco de madera cubierto de ganchos metálicos que corresponde a un tiempo en el que Cragg creaba piezas «con objetos encontrados», al «inicio» de su carrera.

La muestra, abierta hasta final de noviembre, ha sido comisariada por Julia Klüser y ha costado 80.000 euros, de los que 42.000 fueron aportados por entidades privadas y el resto por el Govern.