Pablo Alborán, durante su última actuación en Palma.

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Puede que algunos lo recuerden con la guitarra en el sofá blanco de su casa, pero desde que se diera a conocer a través de Youtube, Pablo Alborán se ha convertido en un número uno con tres discos en el mercado, más de un millón de copias vendidas y numerosos premios. La pasada primavera comenzó su gira Tanto, con la que recalará, el próximo 24 de agosto, a las 22.00, en la plaza de toros de Palma.

—¿Qué ofrecerá a sus seguidores de Ciutat?
—Es un concierto diferente a lo que hemos hecho otros años, con un porcentaje mayor de show. Los que sólo me hayan escuchado en la radio verán una faceta mía desconocida, porque si cantara dos horas de baladas me aburriría hasta yo, por eso hemos sacado las guitarras eléctricas de debajo de la cama, porque estamos en verano y hay que transmitir buen rollo, aunque sí que habrá una parte acústica, mi máxima esencia.
—No será su primera visita a Mallorca, ¿cómo es el público de la Isla?
—A mi me apasiona, es muy eufórico y hay muy buen rollo. Se nota que se respira un aire muy positivo, la gente está dispuesta a disfrutar, no hay frialdad.

—Como hiciera en 2011 y 2012, ¿publicará nuevo disco este año?
—No. Cuando acabe la gira Tanto iré a Portugal y a América. Después quiero volver a estudiar, a investigar dónde quiero ir musicalmente, me lo quiero tomar con calma.

—Se dio a conocer a través de Internet, ¿es ésta la única forma, aparte de la televisión, de dar el salto profesional?
—Hay muchas fórmulas a través de la Red, el crowdfunding está de moda, pero lo que hay que hacer es no dejar de tocar, de aprender y de investigar. Vivimos un momento muy malo, y yo soy muy afortunado, por eso mi equipo y yo nos levantamos cada día y hacemos un ejercicio de agradecimiento interno y externo.

—¿Cómo afecta Internet a la industria musical?
—La industria se ha de adaptar. En mi caso, me di a conocer a través de Internet, y la discográfica supo adaptarse y escuchar a un público joven. Tienen que ver que las redes sociales e Internet no son un enemigo, más bien un aliado. Lo difícil es encontrar un pacto entre los dos para que se siga valorando el trabajo, porque no estoy a favor del ‘todo gratis’, sino, no valoraría el trabajo de los músicos.