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Con un acto institucional breve y sencillo, Joan Punyet Miró, nieto del artista, dio ayer un espaldarazo al Ajuntament de Palma al firmar un convenio por dos años, junto con el alcalde Mateo Isern, por el que la familia Miró certifica su «apoyo» a la labor del actual Consistorio en la promoción de la obra del artista a través de la Fundació Pilar i Joan Miró. El acuerdo, único desde la inauguración de la entidad en 1992, es de una gran importancia, no sólo para la revitalización de la misma, sino para que Palma se convierta de una vez en un referente mironiano internacional, ese lugar donde el artista «vivió 27 años y murió hace 35». Mediante el citado acuerdo, los herederos de Joan Miró se comprometen a reforzar las exposiciones del fondo de la fundación en el extranjero con «nuestra colección privada» y «con la presencia de alguien de la familia».

«Estoy emocionado». Lo dijo el alcalde cuando ya se habían cerrado los micrófonos y tras el fuerte abrazo con el que los protagonistas del acto rubricaron un convenio que, según Isern, proviene de la «extraordinaria sintonía entre la Successió Miró y el Ajuntament» y del «trabajo provechoso para poner a Miró y lo que significa su legado en el lugar que le corresponde». Para Isern, Palma tiene la «suerte» de contar con este legado y debe sacarle partido «para los ciudadanos y para nuestros visitantes».

Sinergia

Por su parte, Joan Punyet Miró añadió que «en el pasado hubo momentos difíciles y otros menos», pero que hoy se dan una «sinergia y una colaboración» que deriva en «apoyo al cien por cien a Miró y apoyo al cien por cien a la fundación». Las obras de la colección particular de la familia «reforzarán» esa proyección del patrimonio de la fundación en el exterior, una colección de pintura «de los años setenta y ochenta» que, si bien da cuenta del proceso creativo del artista y de las transformaciones que Miró se planteaba al final de su vida, no se trata de las grandes telas que han sido hitos en su carrera.