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Parecía imposible que tras el cierre, en diciembre de 2010, de la popular peluquería-librería que regentaba Xavier Abraham en El Terreno, alguien se interesara por relanzar un negocio tan personal que aunaba cultura y belleza. Pero como la vida está llena de sorpresas, el local reabrirá mañana miércoles, a las 19.00, gracias al entusiasmo de Lola Fernández Jiménez, bisnieta del artista Joan Miró, que ha recogido el testigo y se ha embarcado en esta aventura empresarial.

Así, los peinados, los cortes de pelo, los tratamientos faciales o la manicura compartirán espacio con libros de editoriales independientes, ensayo contemporáneo, poesía y hasta lectura infantil y juvenil. Mismo espíritu de partida, pero nuevo nombre, nuevas caras y nuevos proyectos. Ahora, este espacio de la Avenida Joan Miró 62 de Palma se llamará Los oficios terrestres, nombre tomado de un cuento del escritor argentino Rodolfo Walsh.

Lola, que cuenta con un equipo formado por otras seis mujeres, lleva desde febrero trabajando en el proyecto, que en un futuro quiere ampliar con «una editorial», pero que, de momento, entiende así: «Insisto en mantener la idea de Xavier, en mantener un local en memoria de un barrio que tenía una historia y una clientela cultural». Además de un negocio será «una apuesta por este barrio», en el que antaño vivieron pintores, escritores y hasta tocó Jimmy Hendrix. Por eso también habrá actividades culturales.

Vecina

Lola es vecina del barrio y su relación con el local viene de lejos. «Yo era clienta de la librería», cuenta. «La recuerdo de pequeña, una niña rubia, que acompañaba a su bisabuela, Pilar Juncosa, cuando venía a peinarse», relataba ayer un «emocionado» Xavier Abraham al ver que su idea ha encontrado continuidad. «Ellas la adaptarán a su personalidad», reflexiona.

Para los no iniciados, resumimos que la peluquería Picornell la abrió en 1928 un tío de Xavier, que él comenzó a trabajar allí «por vocación» cuando era un quinceañero y que, como además amaba la literatura y hasta ha escrito versos, en 1996 completó el negocio con un apartado de librería, especializado en poesía, que llamó Sagitari. Éste combinado, que alguna vez saltó a la prensa nacional, debía ser muy querido en el barrio porque ayer, mientras hablábamos, algunas señoras entraban y demostraban su alegría por la reapertura.

Para que le ayude a llevar la librería, Lola ha fichado a una profesional del ramo, Julia M. Bermejo, «una amiga de la universidad» que llega desde Madrid. «Una librería pequeña, para que funcione, tiene que tener un plus», asegura Julia. Este valor añadido lo han encontrado en la peluquería, «un sector que nos era ajeno profesionalmente, pero confiamos en personas del ramo y estamos aprendiendo mucho», explica Lola. Un detalle que apreciarán los clientes será el entorno, pues han conservado el mobiliario, los secadores, las lámparas, las baldosas, y el conjunto resulta muy agradable y vintage .

Editoriales

«Como servicio de librería traeremos lo que el público pida, pero nos volcaremos más en literatura escogida, en editoriales independientes, en poesía, aunque no seremos elitistas», apunta Julia. En cuanto a la vida cultural que esperan agitar, será a partir de enero. «Las actividades sirven para accionar un mecanismo cultural en el ámbito donde te implicas y para que haya rotación de público diferente con asiduidad». De momento, la inauguración sonará a jazz.

En lo que coinciden es en lo «dificultoso» que resulta poner en marcha un negocio, a pesar de que en el PP dicen preocuparse mucho por los emprendedores y autónomos.