Carla Montero, en una imagen tomada antes de la entrevista, en un hotel de Palma. | Pere Bota

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En su segunda novela, La tabla esmeralda, Carla Montero (Madrid, 1973) se atreve con 743 páginas que recogen una trama de intriga, amor, nazis y expolio de obras de arte durante la Segunda Guerra mundial y que transcurre a lo largo de dos historias paralelas que encuentran su final en Mallorca en el presente. La autora, que ayer presentó la obra en Llibres Colón de Palma, sólo tiene dos libros en el mercado y ya sabe lo que es saborear el éxito con 100.000 ejemplares vendidos sólo de este volumen y el Premio Círculo de Lectores por su debut, Una dama en juego.

—La tabla esmeralda mezcla amor, intriga, sectas, guerra, un poco de todo. ¿En este sentido, cuáles son sus referentes literarios?
—A mi me gusta leer best-seller moderno, nombres como Ken Follet, Julia Navarro o Matilde Asensi, hasta lo que fueron best seller en su época. Si nos fijamos en la literatura anglosajona de finales del XIX y principios del XX, Dickens lo fue, y también Jane Austin. Me gustan los autores que, cada uno en su momento, se han querido acercar al gran público.

—Se confiesa aficionada a la Historia y la ha convertido en su profesión, aunque estudió Derecho.
—Creo que soy de una generación en la que entonces hacías la carrera que tenía más salidas profesionales, pero luego, con los años, te vas dando cuenta de que es más importante hacer lo que te gusta; me gustaba mucho la historia, el arte, la escritura y, al final, pude convertirlo en mi profesión, aunque para ello siempre tiene que haber un factor suerte. En mi caso fue que gané un premio del Círculo de Lectores. Yo soy casi escritora por accidente.

—Pues ha conseguido miles de lectores sólo con dos novelas, todo un cambio en su vida, supongo.
—Sí, porque antes yo siempre había escrito para mí, sin pensar que hay alguien en el otro lado esperando tus historias, esperando escuchar lo que tienes que decir. Desde el momento en que sales al ámbito público y eres consciente de que hay lectores que están pendiente de lo que haces, pues entonces ya da vértigo.

—En la novela algunos personajes existieron, el pintor Giorgone, Hitler, Himmler, ¿el resto es ficción?
—No es una novela histórica, si no de contexto histórico, el contexto en el que se desarrolla es real.

—Entonces, ¿no se considera una autora de novelas históricas?
—No, si tuviera que ponerles una etiqueta, diría que son novelas coctelera, porque tienen muchísimos ingredientes y uno de ellos es la Historia. ¿Que es verdad que tiene un peso importante? Pues sí, me gusta darle protagonismo a ese contexto, que esté bien investigado, bien desarrollado, pero no es histórica porque la trama que se desarrolla no es real

—Creo que de las dos tramas le quedó más redonda la que transcurre durante la Segunda Guerra mundial en París.
—Porque al final lo que cuenta esta novela es la historia de los años cuarenta, la otra trama lo único que hace es vertebrarla, está subordinada. La novela transcurre en dos tiempos porque quería trasladar al lector que el problema del expolio no se acaba con la guerra, sino que tiene consecuencias hasta nuestros días.

— Por cierto, ¿por qué finaliza el libro en Mallorca?
—Mallorca fue y es refugio de muchos alemanes, y también de algunos nazis. Era un sitio donde no resultaba extraño que alguien que huye de Alemania se refugiara, y luego, como escenario me parece un sitio estupendo, me gusta mucho la isla.