La coleccionista de arte Pilar Citoler posó para este periódico en Cala Molins, en Pollença. | Eugènia Canyelles

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La coleccionista de arte Pilar Citoler se encuentra veraneando en Cala Molins (Pollença), un «lujo» del que viene disfrutando en los últimos 40 años. Poseedora de un conjunto de obras –pinturas, grabados, dibujos, vídeo y fotografía–, que alcanza ya un número considerable, más de 1.300 piezas, Citoler nos habla del arte, de la situación actual del mercado y también de Mallorca; de su luz, su mar y su entorno «extraordinario e inspirador». Desde el 1 de junio, la coleccionista exhibe buena parte de su fondo en la sala Kubo Kutxa de San Sebastián.

—¿Cómo comenzó su pasión por el arte y el coleccionismo?

—Mi afición o predilección por el arte se debe a que tengo más sensibilidad con la vista que con el oído. Cuando era pequeña, en Zaragoza, había una gran sensibilidad por el arte. También he viajado mucho y me gustaba asimilar la cultura que ofrecían las ciudades, sus museos y sus galerías. La primera obra que compre fue cuando me instalé en Madrid para estudiar, fue el cuadro El andaluz perdido, de José Caballero. En la capital hice un grupo de amistades, como la mítica galerista Juana Mordó y muchos artistas.

—¿Imaginó algún día que configuraría una de las coleccionista más prestigiosas de Europa?

—No. Empecé a comprar por amistad lo que me llamaba la atención. Llegó un momento en el que me di cuenta de que tenía muchas obras, así que las organicé, analicé, configuré las fichas técnicas... Era más complicado que hoy, donde la era digital lo hace todo mucho más fácil. Entonces me lo tomé en serio, no comprar por comprar, y, más que en mi gusto personal, pensaba en lo que era bueno para la colección.

—¿Qué debe tener una obra de arte para entrar a formar parte de su ‘familia'?

—Responde a un sentido interno de la estética, con planteamientos muy subjetivos. El nivel mental del coleccionista puede perder el control, con fobias y manías. Una colección es el retrato íntimo del coleccionista.

—En los últimos años está incorporando formatos como la fotografía o el vídeo a sus pinturas, grabados o dibujos. ¿Cómo encajan todos estos soportes?

—Todo encaja si se sabe llevar bien. Un matrimonio con caracteres muy diferentes puede funcionar de maravilla. Mientras sean buenas obras, encajarán. Las nuevas tecnologías y soportes son compatibles y beneficiosos respecto a lo más tradicional.

—¿Qué artistas podemos encontrar en su obra?

—Algunos muy conocidos y otros menos. Pablo Palazuelo, Vicky Civera, Luis Gordillo, Jaume Plensa, Cristina Iglesias, Grete Stern o Axel Hütte, por citar algunos.

—¿Veremos algún día su colección en Mallorca? ¿Dónde le gustaría exhibirla?

—Exhibir mi colección aquí sería un honor y mi homenaje a Mallorca. En Es Baluard sería el colmo de mis ansias, y espero que algún día sea así, supondría una gran felicidad para mí. Amo Mallorca y me da pena ver que muchas zonas han sido destruidas por un turismo de mala calidad. Me duele igual que si hubiera nacido aquí.

—¿Le ha afectado la crisis?

—Los coleccionistas de altos vuelos siguen en auge y apostando. Los pequeños tenemos que luchar ante esta situación. Los que más lo sienten son los galeristas, porque las grandes subastas siguen con niveles altos de pujas y de cotización.