El barítono menorquín Joan Pons anunció ayer que se jubilaba y dejaba la lírica.

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Ya está «cansado de cargar con maletas enormes, pernoctar durante meses en hoteles y hacer ensayos eternos». Sus cuerdas vocales se lo agradecerán. El barítono Joan Pons (Ciutadella, 1946) considera que «ha llegado el momento de la jubilación». «Hoy [por ayer] se cumplen 42 años desde que entré a formar parte del coro del Gran Teatre del Liceu en 1970, después de haber trabajado 10 años en una fábrica de calzado», explicó Pons.

El intérprete declaró que finalizará su trayectoria con el papel de Amonasro en Aida en el Gran Teatre del Liceu entre los días 21 y 30 de julio -paradójicamente se estrenó como corista en esta obra de Verdi en el escenario barcelonés. Pero de todas formas Joan Pons no dejará de cantar en público. El menorquín seguirá participando en homenajes, festivales benéficos y clases magistrales .

La decisión la tomó el pasado mes de noviembre cuando la vida le dio «una sorpresa». «Tras sufrir la arritmia cardíaca en el aeropuerto J. F. Kennedy, de Nueva York, empecé a meditar la retirada», comentó a Ultima Hora.

Su padre murió con 57 años y no pudo verle durante su carrera profesional. Pons no ha podido ver crecer a sus hijos por motivos laborales. Ahora, precavido, quiere dedicar el tiempo a su familia y observar de cerca la trayectoria de sus descendientes.

Entre sus conciertos programados está la colaboración solidaria del 3 de agosto en el Santuari de Gràcia, donde le acompañará su hija, la pianista Joana Pons.

Ya pasa de un año de la edad de jubilación y aquel joven surgido del Colegio Salesiano de Ciutadella y que compartió atrezzo con ilustres como Pavarotti, Montserrat Caballé o el propio Plácido Domingo, necesita jubilarse, aislarse de la lírica. Quiere relajarse.