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La correspondencia completa entre los escritores Baltasar Porcel y Llorenç Villalonga sale por primera vez a la luz en el libro Les passions ocultes (Edicions 62), que ha editado Rosa Cabré y que revela que ambos se escribían habitualmente en castellano. En total, el epistolario consta de 485 cartas, fechadas entre 1957 y 1976; de éstas, 357 son de Villalonga y 126 de Porcel, ha explicado Cabré.

Porcel y Villalonga se conocieron en el Cafè Riskal, y el joven escritor en seguida vio en Villalonga a una suerte de maestro intelectual y padre literario -cuando uno tenía 60 el otro sólo tenía 18- de lo que queda constancia en las numerosas cartas en que uno da consejos al otro. «Villalonga también había intentado establecer esta relación con otros escritores jóvenes mallorquines, pero, finalmente, de todos ellos la persona que queda catapultada a ser un gran escritor es Porcel», comentó.

Villalonga manejó los hilos necesarios para que Porcel ganara el premio Ciutat de Palma por la novela Solnegre, y años más tarde, cuando ya era un autor consagrado en Barcelona, éste le devolvió el favor maquinando para que Villalonga ganara el Josep Pla con Andrea Victrix.

«Su maestro le enseñó una manera de ser escritor, le enseñó a vivir para escribir, y para traducir literariamente todo lo que se vive», ha recordado Cabré.

Las cartas también desvelan las difíciles relaciones con Joan Sales y Núria Folch, de la prestigiosa editorial Club de Novelistes, unos personajes «con unas obsesiones determinadas» y con mucha afición a entrometerse en la escritura de las novelas. De hecho, la afición de Sales por recortar los textos de Villalonga queda patente en una divertida carta en la que el autor apostilla: «Recórteme los años que es lo que irá mejor».

Llama la atención que la mayoría de las cartas están escritas en castellano, algo que Cabré explica por el contexto franquista de la época y porque Villalonga consideraba que ser escritor en castellano era más importante que serlo en catalán.