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Sus canciones siguen siendo un dechado de sutilezas, aristas cortantes y requiebros algodonados que suben, de tanto en tanto, a una tarima para el regocijo de sus fans. Sexy Sadie son una de esas bandas-maravilla salpicada de tintes progresivos, de clara vocación conceptual y espíritu libre que debe escucharse con atención antes que explicarse con palabras. Su puesta en escena ha madurado, la inocencia se ha transformado en arrugas, los dioses se han humanizado y, lo que aún es peor, han terminado por hacerse adultos. Sin embargo, aún perdura vigente el poder sentimental y nostálgico de canciones eternas que no por mucho haber sonado acaban de agotar sus posibilidades. Jaime Soriano, frontman de Sexy Sadie, confirma una gira que les llevará por cuarenta puntos de la Península, con parada en la Isla, el 22 de julio en el Festival Inca'mon.

-Antes de entrar en materia, acláreme: ¿Habrá nuevo disco tras la gira del verano?
-No, imposible. Bueno, aunque no puedes decir 'nunca jamás', actualmente no existe la posibilidad de hacer nuevas canciones, es algo que tenemos bastante asumido.

-¿Es un problema debutar con un gran disco?
-Sí, debutar siempre lo es en todos los sentidos pero si además lo haces con un disco que causa un gran impacto las exigencias posteriores, tanto del público como de la discográfica, pesan bastante sobre el trabajo creativo.

-¿Podría hacer un ejercicio de auto-crítica?
-Musicalmente hablando, puedo decir que no me arrepiento de nada, hice lo que me salió del alma. En lo personal hay cosas que si cambiaría, grabamos el primer disco con sólo veinte años y nos encontramos en una situación que no nos terminábamos de creer.

-Vuestras canciones parecen una novela con distintas capas de lectura, sin hacer concesiones comerciales, ni rebajar el estilo, para que el oyente saque sus propias conclusiones, ¿era esa la intención?
-Es mi forma de escribir, un poco al estilo de los Smiths o los Pixies, donde la metáfora y la poesía prevalecen sobre todo lo demás, es como pintar un cuadro pero no del todo, para que cada uno pueda hacer su propia interpretación.

-Por fin hemos superado esa mirada sacrílega hacía las bandas que cantan en inglés, todo un caballo de batalla en los noventa...
-Recuerdo que cuando obtuvimos repercusión tuvimos que defender nuestra postura de cantar en inglés casi en cada entrevista, es algo que también les ocurrió a bandas coetáneas como Australian Blonde, Dover o Manta Ray. Actualmente eso no ocurre gracias, en parte, a gente como nosotros

-Una de los agentes más cautivadores de Sexy Sadie es que hay cierta discordancia entre el tono vitalista de la música y el tono evanescente de tu voz, es un efecto muy repetido en el pop...
-Mi interpretación vocal está algo supeditada a la de mis héroes musicales, desde Michael Stipe (R.E.M.), Thom Yorke (Radiohead), Robert Smith (The Cure) o Brett Anderson (Suede) son voces que de alguna forma me han influenciado en esa forma algo dramática de cantar.

-¿Los elogios colman el ego o lo avivan aún más?
-En nuestro caso hemos tenido la suerte de poder digerirlo bien, tanto durante nuestra época en activo, cuando éramos más populares, como después.

-¿Alguna vez les preocupó que sus canciones suenen demasiado estudiadas, excesivamente cercanas a sus referentes?
-No, realmente cuando componemos somos muy críticos, de hecho más de una buena canción se ha quedado en el tintero porque su melodía recordaba a otras bandas.

-Morrissey dijo que hacer música cada vez se parece más al trabajo que al arte, en tal caso ¿Habría que eliminar o redefinir la figura del artista?
-Estoy de acuerdo con Morrissey, a veces escuchas cosas por la radio que parecen hechas de forma casi burocrática, supeditada a la fórmula del éxito. No es nuevo, en los años sesenta los Beatles 'inventaron' la coca-cola y hay quien se ha abonado a esa fórmula sin innovar ni un ápice. Existen bandas como Amaral, que conocen la fórmula de la coca-cola pero que, a su vez, ponen mucho alma y calidad a las canciones.