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ANA LARGO

Llevan más de tres horas a pie de campo cuando llegamos al yacimiento de la Ciutat Romana de Pollèntia. El sol no da tregua, pero los estudiantes, que participan en el curso Antoni Arribas i Palau; los voluntarios y los arqueólogos que trabajan en la campaña estival en Alcúdia se equipan con gorros, y en el mejor de los casos con un toldo, para digerir un poco mejor la jornada, marcada hasta mediodía por las excavaciones arqueológicas.

Encontramos a las cerca de treinta personas en diversos puntos del yacimiento. Nada más pasar la Portella un grupo reducido, acompañado de Patricia Murrieta, toma medidas con una estación total. Se encuentran frente a la trinchera de setenta metros abierta en los años treinta (se pretendía que el tren pasara por la zona) y que, como ya publicó este periódico, fue saneada hace unos meses por una brigada de Patrimonio del Consell de Mallorca.

Con la campaña de verano, tratarán de «documentar todo lo que ha quedado limpio», resumió la directora de excavaciones, Margarita Orfila, quien aseguró que «hay que ir sumando información para que el visitante pueda observar una imagen real de la ciudad». Orfila señala que, gracias a las tareas de documentación, estratigrafía y planigrafía que se están desarrollando en la trinchera, el yacimiento ofrecerá información nueva sobre el urbanismo y la estructura de la ciudad. A simple ojo y gracias al trabajo arqueológico, ya se pueden apreciar varios pozos, algunas piezas cerámicas prerrománicas, pavimentos muy bien conservados e, incluso, la fisonomía de varias habitaciones de casi cincuenta metros. El punto de unión de esta zona con el resto de la ciudad ya excavada, lo encontramos en una calle que arranca en la Portella, luego seccionada por la trinchera, y que ya «aparece documentada en la zona del foro». Esta vía ofrece mucha información y Orfila ha propuesto enlazar todo este recorrido, mucho aún sin excavar, mediante «unas estacas» con un claro sentido didáctico.

La zona del foro es la más concurrida. En la necrópolis extraen cuidadosamente los restos de las últimas cuatro tumbas halladas y, junto al templete, buscan parte del pavimento. Huesos, cerámicas, pequeñas monedas imperiales o trozos de metales son algunos de los tesoros del día que nos muestran antes de llevarlos al laboratorio para limpiarlos y catalogarlos antes de trasladarlos al Museu de Mallorca al final de la campaña. Será entonces cuando se pongan sobre la mesa las conclusiones.