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ARNAU BUSQUETS Nadie puede asegurar todavía si las últimas líneas que leeremos de la escritora Xesca Ensenyat, fallecida el jueves a la edad de 57 años, son las que escribió en su blog L'hidroavió apagafocs el pasado 10 de marzo. Tras conocer la noticia de su muerte, sus conocidos coinciden en confiar que los cajones de su casa escondan la novela que llevaba tiempo en gestación.

Varias voces recordaron ayer la precocidad de la autora que, con sólo 15 años, debutó con el poemario Ciutat de l'horabaixa. Desde el principio «su obra fue prometedora, ya que tenía el don de las palabras. Su prosa era poderosa, fresca, espontánea y con una gran fuerza», destacó Antònia Vicens, quien conoció a la «particular» Ensenyat cuando ésta se plantó en la puerta de su casa para presentarse. En 1974, con veinte años, ganó el Ciutat de Manacor con L'amagatall de guipur. Antoni Serra, que le publicó esta obra, lo recuerda como un libro «que abría nuevos caminos a la literatura en catalán de Mallorca». Ese potencial se demostró en Quan venia d'esquadra, una autobiografía novelada de su infancia y juventud donde se reflejó «el espíritu combativo y de crítica social de una mujer que era un personaje novelesco en sí misma».

Títulos como Villa Coppola, con el que ganó el Ciutat de Palma en 1984, Canvi de perruqueria i altres misèries y Quaranta anys no són res son una muestra de la combinación de la «ternura y contundencia» de una escritora «sorprendente, genuina y de mucho carácter. Ella escribía cuando tenía necesidad, y por eso su obra es de las que se agarra al alma como un pulpo», observó Guillem Frontera. Por su parte, Carme Riera recordó los años de juventud junto a Ensenyat, cuando en Barcelona escribían cuentos en un papel y los vendían «a duro». Riera destacó su espíritu «fantasioso» y su «dominio extraordinario de la lengua».