San Antonio de Padua, referente para los religiosos franciscanos.

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El proceso de restauración del Convent de Sant Bonaventura de Llucmajor, que incluyó la recuperación de pinturas murales en el claustro del edificio, culminará con la puesta en marcha de una página web. El portal, que según las previsiones estará listo antes del verano, explicará el trabajo de recuperación del conjunto conventual, recopilará toda la documentación acumulada, así como fotografías ilustrativas del proceso realizado por los expertos. Una reconstrucción virtual permitirá visualizar el aspecto que tenía el claustro hace unos siglos, y cómo eran los frescos de las paredes antes de sufrir los primeros desperfectos.

Así lo detalló a Ultima Hora la profesora de la UIB Mercè Gambús, coordinadora del Grup de Conservació del Patrimoni Artístic-Religiós, responsable del proceso de restauración del conjunto conventual. La recuperación de las pinturas se basó en «consolidar lo existente, no en restituir lo inexistente», explicó Gambús. Ahora las técnicas digitales permitirán observar el aspecto original de los frescos «únicos» en la Isla. La página web está siendo elaborada por el diseñador especializado Gabriel Lacomba, y será puesta a disposición del Ajuntament de la localidad cuando esté finalizada.

300 años de historia

El mayor número de frescos se encuentra en la planta baja del claustro. Se trata de pinturas de finales del siglo XVII y del XVIII, realizadas con una técnica llamada grisalla, en la cual se utiliza carbón vegetal, cal y pigmentos naturales. Está basada «en el contraste blanco-negro» y se utilizó para construir un ciclo hagiográfico: cada una de las pinturas está protagonizada por la imagen «de uno de los santos de la tradición franciscana», entre las que se cuela Santo Domingo. La planta inferior era el espacio donde los curas rezaban, meditaban, conversaban y por donde pasaban las comitivas al dirigirse a la iglesia. Así, la sucesión de retratos de santos era un «ejemplo de morales y costumbres».

Las pinturas de la escalera interior y del segundo piso son del siglo XVIII, barrocas, y realizadas en policromía. Se trata de escenas relacionadas con la vida de San Francisco, y están situadas en la zona donde los religiosos tenían sus celas y espacios privados. Según Gambús, en Mallorca no se conserva pintura mural previa a la tradición conventual. Fue muy habitual en la orden franciscana, y es posible que abundara en la Isla, puesto que «era barata y una forma de educar a curas y estudiantes». La otra cara de la moneda es su difícil conservación, razón por la cual «muy fácilmente» acabaron cubiertas de una capa blanca. Precisamente ese fue el caso de los frescos de Sant Bonaventura, que fueron descubiertos en el año 1999 cuando la Guardia Civil abandonó el convento, que había ocupado desde las desamortizaciones de 1835. Durante este tiempo, el edificio, construido en el siglo XVII, también acogió el juzgado de paz y el matadero local.

El proceso de rehabilitación (que culminó en 2007 siendo la última obra pública inaugurada por el ex president Jaume Matas) incluyó la conservación de las tejas pintadas de la cubierta del claustro. En cada una de ellas figura una letra, decorada con variados ornamentos, y juntas formaban un mensaje que no se ha podido reconstruir, ya que sólo se conservan la mitad de las piezas originales.

Unas inscripciones numéricas situadas encima de las puertas son otro de los elementos recuperados en una restauración que será completa gracias a la nueva página web.