Una de las pinturas de Bartolozzi y Arranz Bravo que aún se conserva en la Bonanova. g Foto: TERESA AYUGA

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MARIANA DÍAZ El pintor y escultor Rafael Bartolozzi, que falleció el pasado día 22 en Tarragona, tuvo una intensa relación con Mallorca que fructificó en un par de trabajos plásticos muy originales, además de una exposición en sa Llonja y dos en la galería Quatre Gats.

De los dos primeros, uno, que el artista realizó directamente sobre las fachadas de un inmueble de Magaluf, ha desaparecido, pero el otro se conserva aún: las pinturas en el exterior de una casa vecina a la vivienda de Camilo José Cela, en el barrio de la Bonanova, y que también era propiedad del Premio Nobel.

A partir de 1968 y hasta 1984, los artistas Rafael Bartolozzi y Eduardo Arranz Bravo formaron pareja artística dentro de un estilo que se movía entre «el pop y el conceptual». Lo recordaba ayer el galerista Ferran Cano, quien los definió como «simpáticos, vitales y amigos de toda la gauche divine barcelonesa». Según Cano, se complementaron muy bien mientras trabajaron juntos porque uno admiraba a Bacon y el otro a Hockney. En Palma, recuerda una amiga de aquella época, «participaron de la vida social de la ciudad y les encantaba ir a la discoteca Barbarella». Reconocidos y cotizados, "Bartolozzi representó a España en la Bienal de Venecia de 1980", su contacto con Mallorca fue intenso. En la primavera verano de 1978, Bartolozzi y Arranz Bravo pintaron el exterior de Can Oliver, una casa que Cela había adquirido vecina a la suya donde el Nobel «instaló un billar en la estancia principal y repartió su biblioteca por todas las habitaciones». Unos años antes, en 1973, el dúo escenificó la destrucción urbanística de Mallorca en las fachadas principal y posterior de un edificio de Magaluf anexo al hotel Flamboyán. Este trabajo «realizado con pintura normal», recuerda Cano, «desapareció». «Era muy difícil que se mantuviera en un inmueble de este tipo». Antes, su primera intervención urbana, había sido en una fábrica de Barcelona.

Bartolozzi, que había nacido en Pamplona en 1943, también se dedicó a la política y durante 12 años fue alcalde de la localidad catalana de Vespella de Gaià.