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Más de cuatro siglos después de la construcción de Sa Llonja, el militar Benardí Mulet diseñó, en el año 1899, una maqueta en madera de este edificio gótico ideado por el arquitecto Guillem Sagrera. La pieza, que está pendiente de restauración, puede verse en el Museo Histórico Militar del Castillo de Sa Carlos.

Esta obra, compuesta por dos piezas, se encuentra desde hace cinco años en la Isla. El centro, que en el último año recibió a unos 30.000 visitantes, recuperó esta maqueta que, durante un siglo, permaneció en el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid.

Esta reproducción de Sa Llonja, considerado uno de los edificios más bellos del gótico civil mediterráneo, esconde una historia nostálgica. Benardí Mulet fue destinado a Madrid y fue allí donde confeccionó esta pieza como la recordaba.

Esta obra se encuentra instalada en la sala 4 del museo, dedicada a armas, infantería e ingenieros de transmisiones, y es una pieza muy valorada por el centro.

A la maqueta no le falta ningún detalle, sólo aquellos que se han desgastado o perdido con el paso del tiempo. Así, las esculturas de los cuatro santos, situadas en cada una de las esquinas del edificio, han desaparecido y las gárgolas se encuentran dañadas e incluso, en algunos puntos, casi se han perdido en su totalidad.

Para restaurar todos estos desperfectos, a los que se les suma el deterioro de la madera, que en algunas zonas se encuentra astillada, el consorcio del museo solicitó hace un año una subvención, aunque aún no han obtenido respuesta y la maqueta sigue formando parte de la exposición permanente. Y es que la rehabilitación de esta pieza, según explicaron desde el museo militar, es cara, para el presupuesto que disponen y no pueden asumir todo el coste.

La maqueta, de escala 3 por 1.000, esconde un gran secreto en su interior. Algunas de las fachadas son móviles y detrás de ellas se descubre un escritorio. Así, se pueden percibir algunos cajones y espacios de trabajo.

La obra realizada por Benardí Mulet recoge la antigua techumbre plana del edificio palmesano, que diseñó el arquitecto Guillem Sagrera, aunque por aquel entonces -finales del siglo XIX- Sa Llonja, edificio de planta rectangular y de un único espacio, contaba ya con la cubierta inclinada de cuatro aguas.

La pieza es considerada importante, sobre todo, por el edificio al que representa y el año pasado salió del museo para formar parte de una exposición. Desde el museo aseguraron que la maqueta suele reclamarse para formar parte de diferentes muestras.