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M. M. RAYÓ Pere Colom trabaja en contacto directo con la naturaleza y siente su latido constante. De ella extrae el sentido de la divinidad y se rinde a una suerte de politeísmo en el que el aire, el agua o la tierra son dioses. Su trabajo como campesino le permite tocar los árboles con las manos, y la savia, que corre dentro de él, le empuja a construir versos.

Tot era senzill es el libro que acaba de editar Pere Colom en la Colección Argentera de Edicions Can Sifre. La obra "décima que publica" cuenta con 32 poemas, acompañados por las ilustraciones de la artista alemana Eyle, con quien ya colaboró en la edición de su última obra poética, Lluna d'aigua.

En esta nueva obra, Colom combina el verso libre con la rima y en sus líneas se asoman los temas clásicos de su autor: «La búsqueda obsesiva de respuestas a preguntas sin respuesta, la idea de que la sencillez era el valor imperante en la tierra hasta que apareció el hombre y lo complicó todo; un hecho que por fuerza ha provocado el aislamiento interior de las personas», dice el escritor, quien aseguró que su pretensión es «explicar con palabras sencillas, cosas muy complicadas».

Pere Colom considera fundamental la espontaneidad a la hora de transmitir emociones que intenta compartir con el lector en un ámbito de absoluta intimidad, de intercambio de confidencias.

Colom está satisfecho con el resultado de la edición, aunque asegura que el verdadero «regalo» para un escritor es la permanencia. Es decir, «saber que tus versos quedarán y que serán leídos por las generaciones futuras y que tú, de alguna manera, no desaparecerás después de la muerte».

El escritor y periodista Llorenç Capellà ha prologado la obra con palabras que a Colom le han «llegado al corazón» porque «demuestra que me conoce mucho mejor de lo que yo pensaba».