El Casal Solleric concentró numeroso público en la inauguración oficial de esta undécima cita con el arte. Foto: JAUME MOREY

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ANA LARGO/JOANA NICOLAU La Nit de l'Art pide algo más. En su undécima edición este acontecimiento cultural ha conseguido de nuevo acercar a una multitud de personas a las propuestas artísticas con las que este sector abre una nueva temporada.

El público respondió, quizás no con las aglomeraciones de otras ediciones. Los galeristas, cada vez más numerosos, han ampliado considerablemente el circuito y aunque en general no rompen moldes, consiguen que la Nit sea una cita especial.

Un evento que nació de la iniciativa privada, que hoy ya ha crecido mucho, y a tenor de la magnitud que ha alcanzado busca la participación de otras artes y, sobre todo, la implicación de las instituciones para salir a la calle y traspasar las fronteras del arte plástico.

La música, la danza y la animación en general sigue siendo la gran asignatura pendiente de esta iniciativa.
Algunas galerías como SKL lo tuvieron en cuenta. Treinta personas de diferentes edades distribuidas en distintos puntos del centro participaron en la performance de Olimpia Velasco, De todo lo que se puede atar. A lo largo de la noche, la artista fue liberándolos de las ataduras que, voluntaria e involuntariamente, cada uno de ellos se había impuesto. Fue, posiblemente, lo más llamativo de la noche y una evidencia de lo que en futuras ediciones debería potenciarse.

La clásica Nit de l'Art está más que consolidada, pero los artistas y el numeroso público joven que cada año secunda con mayor entrega a este acontecimiento así lo demanda. Un aspecto que pudo constatarse fue la gran presencia de público extranjero atraído por las ferias Art Cologne y Jam Art.