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NICO BRUTTI John Fante y Vila-Matas comparten librería y estante. Nabokov y Fellini se guiñan desde lugares impares y Bergman, Bolaños y Carver están enzarzados en una discusión acerca de la morosidad y la exuberancia de la escritura.

Monterroso se mantiene aparte, y los Auster se multiplican en volúmenes caros y de los de bolsillo, así como en títulos diversos.
Pero todo parece envolverlo el gafotas inolvidable, el de los ojos que ven lo que otros no imaginan, el que entretejió ficciones y no tanto de un modo único. Me refiero a Julio Cortázar, el hacedor incansable. El autor del relato en cuestión; el nombre de la librería que Horacio Alba, presidente de la asociación Ars Longa, le ha impuesto como una marca: Casatomada. Y anteanoche el local fue reinaugurado, con una reunión de colegas y amigos, con una copita y unos aperitivos y con Petit, la banda liderada por Joan Castells, como plato fuerte de la velada.

Pero además, Casatomada dio a conocer su ciclo de cine, llamado Cinesofá (Fellini, Truffaut, Black Edward, entre otros), el de conferencias, encuentro con escritores y el de música.

Horacio Alba, todo movimiento, entre fotos, amigos, saludos, felicitaciones y preguntas, sonríe a todo el mundo y anticipa un ciclo de cortos. Sigue sonriendo y se va. A cambio llega Petit y el estreno de Cris Andreu en el piano y Gonzalo Nadal en la guitarra eléctrica.