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FERRAN PEREYRA

Mientras los comerciantes acaban de pronunciarse sobre la idoneidad de su nueva ubicación -algo que al final acabará por decidir el volumen de caja-, el Miranda Jazz Combo, con un inusual concierto de tarde, puso su grano de arena para dinamizar un espacio que, por necesidad y aunque hayamos tenido que pagar doblemente por el metro cuadrado -o quizá por ello con mayor motivo-, debemos de adoptar cuanto antes.

Y es que si por un lado la Fira del Llibre pierde gran parte de su bucólico encanto abandonando el Passeig des Born, en cambio consigue, en el Parc de les Estacions, el atractivo de ser un enclave mejor comunicado al constituir un centro neurálgico del transporte público. Si por un lado pierde personalidad, por otro se gana en espacio y es ahí donde, para evitar la desangelización de unas casetas algo frías, debe de trabajarse para llamar la atención de unos paseantes que tal vez no pondrían rumbo al escenario donde hasta ahora se ha venido desarrollando esta convocatoria.

El concierto del Combo resultó una buena opción. Una actuación revestida de la informalidad necesaria para la ocasión que nos muestra el trabajo que Miranda viene desarrollando desde hace ya algunos años con estudiantes, creo que ninguno de ellos profesional, que quieren pasárselo bien poniendo en práctica su aprendizaje.