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Nano Bandera decía ayer desde Pontevedra, donde es profesor de Bellas Artes en la universidad, que como artista no le «preocupa ser moderno o antiguo, sino que intento pintar y contar una historia».

La que ha plasmado en «El gigante», un papel de 2,80 x 5,20 dibujado con rotulador que representa una habitación de los años sesenta en la que hay colgada una imagen de «uno de esos cuadros kistch de cacerías», es pintura dentro de la pintura. Con esta obra obtuvo ayer el Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d'Artes Plàstiques, sobre el que tuvo información cuando viajó a Ciutat para ver el Espai Quatre del Casal Solleric, para donde la comisaria Neus Cortés le había invitado a crear un proyecto, que presentará dentro de unos meses. «Neus conoció mi obra en Madrid, en la galería Espacio Mínimo, con la que trabajo y donde me encuentro muy a gusto porque siempre están al filo de lo pujante, del riesgo, y con el ojo despierto». Con este espacio estará en la próxima feria de arte Arco de Madrid.

De 46 años, Nano Bandera apuntaba ayer por teléfono desde Galicia su convicción de que la pintura no ha muerto y que su obra es el reflejo de su vida, de «volcar sobre mi trabajo mis vivencias y articularlas en un objeto que tenga poder de significado». Lo importante, reflexionaba, es «hacer lo que crees aunque vaya a contracorriente». Él se siente «muy cómodo» en la pintura.