Un momento de la conferencia ofrecida por la escritora Lynne Franks. Foto: M.A.CAÑELLAS / H.CARTER

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Sólo el espíritu bohemio que aún anida en Deià, ese pueblo de postal que combina el turismo masivo con residentes cuyo nombre se escribe en el Ghota, podría albergar el festival literario y musical TertuliaUDeià, que ayer finalizó con las intervenciones de los escritores Jamal Mahjoub, Lynne Franks y el librero anticuario Simon Finch. El encuentro, que se despidió con la voluntad de regresar en 2005, quiere retomar, actualizados, los tiempos en que por Deià paseaban con sosiego Robert Graves o Julio Cortazar, y músicos como Kevin Ayers o Mike Oldfield amenizaban sus noches con música entre cervezas y amigos. Algo de todo ello volvió a resurgir estos días.

Lo comentaba Juanjo Arzubialde, uno de los organizadores. «Que se pongan a tocar juntos leyendas como Andrew Lloyd-Weber y la Pan amb Oli Band en un bar sólo puede suceder en Deià», decía. Apoyándose en la experiencia del festival galés de Hay, Tertulia ha llegado a las páginas de periódicos ingleses como «The Guardian» y «Evening Standard», una publicidad impagable para la Isla, como seguramente comprendió Francesc Fiol, conseller de Cultura del Govern, que se acercó a Deià y emplazó a la organización para una «posible» colaboración en 2005. Porque Tertulia, de momento deficitario, sólo ha contado con «tímidas» ayudas oficiales.

También serán muy positivos los comentarios que harán a su vuelta a Londres escritores de la talla de Hanif Kureishi o Louis de Berniers. «Creo que se han sentido estupendamente en Deià; tanto que De Berniers me dijo que el problema lo tendríamos en cómo decir que no a la gente que querrá participar el año que viene». En Tertulia se habló en inglés, catalán, castellano, japonés y alemán. Fue una pequeña ONU en la que los poetas llegaron al público, porque ellos lo pidieron así, «por la musicalidad» de sus versos, sin traducción simultánea.