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El solemne evento contó con la presencia de un numeroso público que no quiso perderse el discurso inaugural. Un discurso que demostró «el parentesco en primer grado de la música y la pintura en sus orígenes, estando, ambas, al servicio de la comunicación entre las personas». Las artes plásticas y la música han ido «ampliando sus objetivos» y, por ello, «han seguido evoluciones específicas», aunque nunca «han dejado de relacionarse». Joan Miró fue un referente en la exposición de Pere A. Serra. «La música contemporánea ha visitado a menudo el mundo de Miró», afirmó el académico, quien quiso recordar una anécdota. «Cuando Miró llegó a Palma, solía refugiarse en la Seu mientras el organista ensayaba; de estos instantes sublimes de color, nacieron obras como 'Ballarina escoltant l'orgue en una catedral gòtica'».

La música es «la más abstracta de todas las artes», una circunstancia que dejó patente Kandinsky cuando dijo que «lo abstracto se dirige al sentimiento sin que la razón condicione la lectura». «Las artes plásticas y la música siempre se han llevado muy bien en el momento de sumar su potencialidad espiritual». El académico puso como ejemplo los órganos históricos, «auténticas obras de arte», y destacó el de Sant Domingo de Palma, de 1762. Tras repasar a nivel general la relación entre la música y las artes plásticas, Pere A. Serra destacó una serie de artistas de Balears o relacionados con Balears que «se han servido de motivos musicales para sus obras». Entre ellos, estaban Ricard Anckermann, Bonet de San Pedro, «quien cultivó las dos artes», Eric Satie, Santiago Rusiñol, Anglada Camarasa, Pere Càffaro, Manolo Mompó, Joan Fuster, Aleix Llull, Joan Bennàssar, Miquel Morell, Juli Ramis, Maties Quetglas, Josep Coll Bardolet, Will Faber, Hans Laabs, Koslowsky y Antoni Gelabert. Éste último sirvió a Pere A. Serra para hablar sobre otro punto importante: «La música también es silencio». «Las pinturas y esculturas que transmiten silencio son profundamente musicales».

«Mi intención ha sido subrayar que, en ocasiones, la pintura y la música pueden generar sentimientos de naturaleza análoga». Cada arte tiene «su propia poética» pero «a veces confunden nuestros sentidos». Cuando lo logran, «nos procuran un placer íntimo, que se asemeja a aquél que llamamos plenitud y que suele mostrarse esquivo». «El arte en general y, tal vez, la poesía, la música y la pintura en particular, nos abren muchos caminos para acercarnos a esta plenitud». Con estas palabras, Pere A. Serra finalizó su conferencia y abrió el turno de preguntas, unas preguntas que tuvieron como protagonista al Museu des Baluard. En este sentido, explicó que el centro tendrá piezas de finales del siglo XIX y principios del XX y que «contará con una biblioteca». Jaume Mir, actual presidente de la academia, cerró el acto recordando la figura de Antonio García-Ruiz, «un hombre polifacético y muy activo». Un sentimiento y un homenaje que compartieron todos los numerosos presentes que llenaron Can Campaner. Entre ellos, estaban Maria Antònia Munar, presidenta del CIM; Pere Rotger, presidente del Parlament; Maria Rosa Puig, consellera de Presidència; Josep Joan Cardona, conseller de Comerç i Indústria; Dolça Mulet, consellera de Cultura del CIM; Francesca Bennàssar, edil de Turisme del Ajuntament; Rogelio Araújo, concejal de Cultura de Ciutat; el abogado Rafel Parera; el cónsul de Estados Unidos, Tummy Bestard; el presidente de la Reial Acadèmia Mallorquina d'Estudis Genealògics, Romà Piña; el presidente de la Reial Acadèmia de Medicina, Alfonso Ballesteros; Llorenç Huguet, presidente de Sa Nostra, los doctores Fernando Rotger y Rosa Regi, propietarios de la Clínica Rotger, y los artistas y galeristas Sirvent, Pep Llambías, Joan Costa, José Aranda, Joan Oliver «Maneu», Xavier Fiol y Bernat Rebassa, entre otros asistentes.