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A los 18 años, la historiadora Isabel Coll descubrió en su casa un cuadro de Lluïsa Vidal. «Me sorprendió que lo pintara una mujer». A partir de aquel momento, aprovechó cualquier oportunidad para recopilar información sobre las artistas del siglo XIX. El resultado se ha convertido en un «Diccionario de mujeres pintoras en la España del siglo XIX», un total de 900 mujeres, «la mayoría desconocidas», que se dedicaron a la pintura. Entre ellas destaca un grupo de mallorquinas.

La principal intención del libro era «reivindicar la importancia de las mujeres en el mundo del arte». «En aquella época, las pintoras tenían serios problemas para exponer». Podían considerarse «amateurs, pero nunca profesionales». Isabel Coll, que ha pasado unos días en Mallorca recopilando información sobre Santiago Rusiñol para el catálogo razonado que está preparando sobre el artista, nunca se imaginó reunir tantos nombres. «Muchas eran hijas de pintores que trabajaban con sus padres; otras, sus esposas».

Entre ellas destaca la presencia de la mallorquina Pilar Montaner. «Montaner tenía una casa en Sóller que, en muchas ocasiones, se convertía en un punto de encuentro del arte». El propio Rusiñol visitó a Montaner, que fue discípula de Sorolla, y a su esposo. «Conocía el ambiente cultural, era muy activa». Anna Maria Capella, por su parte, «realizó una exposición en Bellas Artes en 1838, participando con un tema religioso». Precisamente, la religión «era uno de los temas que quedaba bien que hiciera una mujer».