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Aída Gómez se transforma con cada papel, con cada historia. Se introduce en la piel de las mujeres que interpreta y las hace suyas. En esta ocasión, la bailarina se convertirá en «Salomé» el próximo 23 de noviembre en el Auditòrium para reclamar a una joven «olvidada por el tiempo».

"¿Cómo es la «Salomé» de Aída Gómez?
"Hemos intentado hacer un personaje diferente, mezclando música judía, sefardí, árabe y flamenca. Se trata, sobre todo, de una mujer que intenta explicar lo que le rodea, sus circunstancias y su historia dramática.

"¿Cómo se expresa esta personalidad a través de la danza?
"A base de mucho trabajo, pensar muy bien qué se quiere, e interpretar, no sólo hacer pasos de baile. Hay que contar una historia al público, que la entienda y que se emocione y vibre como yo lo hago en el escenario.

"¿Qué clase de mujer es?
"La veo como una mujer apasionada que busca siempre hacer lo que siente. Hemos intentado que el personaje no se vea como una joven frívola que seduce con sus encantos, va mucho más allá.

"¿En qué se basó para crear el espectáculo?
"Empecé a estudiar a Oscar Wilde y encontré que había cosas que no encajaban. En nuestra historia, el contexto se ha centrado en una pasión de amor y se han dejado de lado otros aspectos.

"¿Cómo fue la colaboración con Carlos Saura?
"Muy especial. Desde el principio, pensé en él para realizar el proyecto. Me dio el sí muy pronto y empezamos a trabajar. En mitad de los ensayos me dio la gran noticia de que quería convertir la historia en película.

"¿Qué diferencia el filme del espectáculo?
"Narra la misma coreografía. En el teatro, uno paga la entrada y se sienta en un lugar que puede estar más cerca o más lejos. Por ello, la interpretación se escapa. Carlos te lleva con la cámara a lo que cree interesante, te guía y hace que nadie se despiste.