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El mundo del teatro se encuentra dividido. Cartas al Director en los periódicos, individualismos, opiniones confrontadas y dispares y acusaciones directas conforman las respuestas a tres cuestiones clave. Por un lado, el Teatre Principal con su cierre por obras, su reconversión en Fundació y la designación de Joan Gomila como gerente. Por otro, las subvenciones a profesionales y amateurs. Por último, el Projecte Alcover. El resultado, un debate entre diversos ámbitos del teatro de Mallorca. «El debate que se está viviendo viene propiciado por el crecimiento del teatro en Mallorca», explica Joan Gomila. El hecho de que «esto ya no sea un desierto» y que «exista cierta competencia» son los motivos que Gomila propone como causantes del problema.

Carles Molinet, por su parte, comenta que «no es ni siquiera una polémica» y que «se está personalizando demasiado». Se trata de una «cuestión que afecta a personas no vinculadas con proyectos colectivos», asegura. Para Molinet, hay «gente que tuvo que marcharse fuera porque en Mallorca no se podía vivir del teatro» y que, al volver, son «insolidarios con las personas que hemos trabajado aquí». Éstos «no tienen derecho a criticar lo que se hace en la Isla», afirma Gomila.

El Teatre Principal plantea uno de los primeros puntos del conflicto. Su cierre era necesario para unos y demasiado precipitado para otros. «Me entristece porque no estaba en tan mal estado», dice Cati Solivellas, actriz. «Era necesario», comenta Maria Antònia Vadell, consellera de Cultura del CIM. Vadell afirma que «la situación de la estructura y el equipamiento no aconsejaban que estuviera abierto porque estaba a punto de no reunir las condiciones necesarias». Para Solivellas, la decisión deja a Palma sin ninguna «otra opción». «Sólo queda el Auditòrium, pero se trata de un recinto privado», según Pep Tosar, actor. El hecho de que las obras no hayan empezado preocupa a algunos sectores. «Es el más grande de los despropósitos», explica Tosar, que añade: «Si se cierra, no se debe tener ni un solo día parado». «Una obra de esta envergadura lleva cierto tiempo, no se puede empezar la reparación acto seguido del cierre», explica Vadell. Antes debe «desmantelarse y hacer inventario, entre otras cosas».

Otro problema que también tiene que ver con el Principal: la aplicación de un nuevo sistema de gestión y la designación de Gomila como gerente, un cargo de confianza. La elección de Gomila la «ratificó el Patronato de la Fundació a propuesta mía», asegura la consellera. Las voces críticas no apoyan esta decisión. «Gomila es la consecuencia de la persona que lo ha designado», según Solivellas. «Es temerario que se destituya a un director sin sacarlo a concurso y sin consultar a los 15 ó 20 profesionales de Balears», dice Tosar. «Tendrían que nombrarse públicamente y con un programa preciso», según Solivellas. Para Vadell, el equipo que acompaña a Gomila «da garantías». Para Solivellas, «un buen equipo no es aval de nada». El implicado, Gomila, dice que no puede «pretender hacerlo bien para todo el mundo», y Molinet deja un «margen de tiempo» para opinar.

Siguiente cuestión: las subvenciones. «Son escasas, los presupuestos son insignificantes y se diversifican mucho», asegura Tosar. Una razón de diversificación es el teatro amateur. «No se les debe dar dinero», comenta Solivellas. Vadell asegura que «se seguirá apoyando a los aficionados» y que «los profesionales tienen una ayuda mucho mayor». Molinet sí apoya «las ayudas al teatro aficionado» pero no «las fórmulas» que «no deben suponer una competencia». Estas compañías tendrían que quedarse fuera «del Circuit de Mallorca», dice, y propone una alternativa: «Subvencionar las muestras de teatro amateur y crear nuevas».

Por último, el Projecte Alcover también se ha cuestionado. «Se trata de un proyecto necesario» pero que «no significa la solución del teatro de Mallorca», asegura Gomila. Tosar critica que su «estructura de proyección teatral está llena de oscuridad; se desconocen los criterios de selección de los ganadores». Pone ejemplos. «En Cataluña ha ganado 'Suis Vermis Verdaguer o Fals', una obra que todavía no ha empezado a ensayarse». Y Balears estará representada por «una compañía de aficionados que tiene a uno de los tres fundadores del Projecte».

Pere Fullana, director de Iguana Teatre, afirmaba sobre el Projecte, en una carta dirigida a este periódico, que «para el teatro balear ha sido, y puede seguir siendo, muy importante». Aseguraba que «está enfermo» y «necesita tratamiento de urgencia, pero no desde posiciones que puedan parecer enrabiadas o histéricas a causa de una decisión democrática». A pesar de los argumentos contrarios y las opiniones adversas, se apuntan soluciones. «Tendríamos que sentarnos en una mesa y no dar una imagen de división», dice Molinet. «Todos somos gente de teatro y vamos en el mismo barco», asegura Solivellas. «El teatro debe unir, no crear polémicas».