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En un momento en el que arrecian las críticas sobre su gestión, opiniones que se vierten a los cuatro vientos desde el interior de la propia compañía, la bailarina Aida Gómez, directora del Ballet Nacional de España, presenta hoy en el Auditòrium una coreografía emblemática, «Carmen», en la que ella no baila, y una pieza de flamenco, «Oripandó».

Ante un lleno total, Gómez y sus bailarines demostrarán en Palma que en el seno de la compañía nacional no reina el desánimo y la confusión, como asegura la directora, porque «somos profesionales y el equipo está igual que siempre, de lo contrario no se podría ni salir al escenario porque no somos máquinas». Gómez, que aún no ha respondido a las críticas, aseguró que «todavía estoy callada porque soy una señora». «Por el respeto que le tengo al Instituto Nacional de las Artes Escénicas, al cargo y al Ballet no voy a entrar en temas personales», apuntó.

A pesar de las preguntas de los periodistas en la rueda de prensa que ofreció ayer, no quiso entrar en detalles ni defenderse de los duros comentarios que se han ido vertiendo sobre su persona. Lo que sí dijo es que no se ha planteado la dimisión porque cuando se hizo cargo de la dirección «me encontré al Ballet en bastante mal estado y la compañía, ahora, está donde se merece», por lo que le parece «increíble que se hable de unas cosas y no se hable del trabajo». «El Ballet estaba desmotivado, un poco a la deriva», puntualizó. «Yo no vengo de la calle, llevo 19 años en esta compañía y nadie me va a engañar». Tampoco quiso dar su versión sobre el porqué de las críticas pues, su gestión, aseguró, «es transparente». «A lo mejor es el puesto o que no se puede llegar tan lejos tan joven». Y como lanzando un aviso al futuro finalizó: «Yo no voy a estar aquí siempre, que tengan calma porque algo les tocará».