La ciudad marroquí de Marraquech acoge esta semana las deliberaciones sobre las diversas candidaturas a Patrimonio de la Humanidad.

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PEP TUR-ENVIADO ESPECIAL A MARRUECOS La vigesimotercera sesión del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO que debe decidir si Eivissa alcanza o no la categoría de Patrimonio de la Humanidad dio inicio el pasado lunes en el Hotel Atlas de la ciudad marroquí de Marraquech y ayer se iniciaron las deliberaciones de los 21 miembros del comité que serán los encargados de elegir entre las 89 candidaturas presentadas, entre las cuales, además de «Eivissa. Biodiversitat i cultura», hay diversas de españolas: San Cristóbal de la Laguna, en Tenerife; y El Palmeral de Elche.

La primera jornada sirvió para que el japonés Koichiro Motsuuto, actual secretario general de la UNESCO, diera la bienvenida a las diferentes delegaciones, entre ellas la ibicenca encabezada por el alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, y Enrique Fajarnés como comisario. Ayer, se sumó a esta delegación el director general de Cultura del Govern balear, Pere Muñoz.

Entre las 69 candidaturas presentadas, 48 son nominaciones a bienes culturales, 16 a bienes naturales y 25 son candidaturas mixtas, lo que significa que integran en ellas bienes culturales y naturales. Dentro de estas últimas se encuentra la candidatura de Eivissa, en la cual se incluyen Dalt Vila, la necrópolis des Puig des Molins y las praderas de poseidonia.

El Comité del Patrimonio Mundial ha sugerido a la candidatura ibicenca un cambio de criterio respecto a los bienes naturales incluidos en «Eivissa. Biodiversitat i Cultura». Según el organismo internacional, la intención de proponer las praderas de poseidonias por sus valores de integridad y autenticidad (sobre la que se engloba toda la candidatura) debe ser modificado, y así lo ha hecho la delegación española según los criterios de la UNESCO. Estos dos puntos hacen referencia al proceso biológico que desencadena la poseidonia en beneficio de su entorno ecológico, el primero de ellos, y a los hábitats naturales que permiten la conservación in situ de la diversidad biológica, el segundo.