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LYDIA E. LARREY Hace dos semanas finalizó la segunda campaña de excavación en el Puig de sa Morisca, en Santa Ponça, englobada en un ambicioso proyecto fruto de la colaboración del Consell Insular, la UIB y el Ajuntament de Calvià, que pretende convertir el poblado y otros núcleos adyacentes en un parque arqueológico.

El poblado, de gran interés científico, dada la configuración organizativa del espacio, que combina una fortaleza con un núcleo de habitación cerrada por una muralla, «probablemente empezó a funcionar sobre el 700 a.C, y su importancia radica en su emplazamiento, que le permitía el control de las rutas marítimas, a través de las que empiezan a entrar en contacto con fenicios y cartagineses de Ibiza», afirma Víctor Guerrero, director de la excavación junto a Manel Calvo.

Sa Morisca, por otro lado, se ha consolidado en este segundo año de excavaciones, como un yacimiento escuela dónde los alumnos de la UIB pueden realizar sus prácticas.

El equipo, que comenzó a trabajar en el año 1998 sobre una de las torres, ha sacado a la luz interesantes hallazgos entre los que destacan las ánforas más antiguas halladas en Mallorca hasta el momento, un escarabeo con una Isis entronizada, fragmentos de kilyx, cerámica ática del siglo V a.C., fusaloyas de cerámica indígena y gran cantidad de cerámica local, «aunque lo más interesante es poder estudiar un contexto intacto del siglo IV a.C., lo cual es más importante que cualquier objeto espectacular», afirma rotundamente Víctor Guerrero, por ello pone especial énfasis en los restos de fauna encontrados, que incluyen, entre otros, pescado de altura, aves, cabra, y lapas, con los que se podrá establecer el tipo de dieta de los habitantes del poblado.

Por otra parte, durante la campaña del año pasado, también se encontró un fragmento de una viga de madera, que permitirá, tras un exhaustivo estudio que se llevará a cabo en Inglaterra, establecer el tipo de madera que se utilizaba para la construcción, e incluso cambios climáticos en ciclos cortos.