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Un joven, fisioterapeuta, acusado de abusar sexualmente de una niña de dos años y ocho meses con parálisis cerebral y retraso en el desarrollo motor, ha negado los hechos y ha asegurado que «únicamente» estudiaba el suelo pélvico de la menor para valorar su movilidad. «No tengo nada que esconder», ha aseverado.

El joven, en prisión provisional desde que se destaparon los hechos, se ha sentado este lunes en el banquillo de los acusados de la sección segunda de la Audiencia Provincial de Valencia y se enfrenta a una pena de 12 años de prisión por un delito de abuso sexual a menor de 16 años, tal y como le reclama el ministerio fiscal.

Junto a la pena de cárcel solicita la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros respecto de la menor por el plazo de 16 años, así como comunicarse con ella por cualquier medio; e inhabilitación especial para cualquier profesión, oficio o actividades que conlleven un contacto regular y directo con personas menores de edad por un plazo de ocho años.

Alternativamente, la acusación pública pide para el acusado 14 años de cárcel por un delito de agresión sexual a menor de 16 años y un delito leve de lesiones. Por su parte, la acusación particular, que representa a los padres de la menor, reclama 15 años de prisión para el sanitario y, la defensa, la absolución.

El acusado prestaba desde 2017 sus servicios de fisioterapeuta en una empresa a la que el Ayuntamiento de un municipio de la comarca de L'Horta había adjudicado ese mismo año el contrato del servicio del Gabinete Psicopedagógico Municipal.

Desde principios del años 2022, la víctima, de dos años y ocho meses de edad, comenzó a recibir tratamiento rehabilitador, especialmente fisioterapeuta por parte del acusado, como consecuencia de la parálisis cerebral y retraso en el desarrollo motor que sufría, lo que le impedía andar y desplazarse sola.

La menor acudía al centro varias veces por semana. El 3 de mayo de 2022, los padres de la niña acudieron a su cita a las instalaciones y el acusado se la llevó hasta uno de los despachos y cerró la puerta con llave, según el relato fiscal.

En ese momento, el acusado --tal y como se desprende del mismo escrito-- se sentó en el suelo con los pantalones y calzoncillos bajados, desabrochó el body de la menor, le quitó el pañal y abusó de ella. La menor empezó a llorar, lo que alertó a la madre, que se dirigió a la puerta del despacho. Al no lograr abrirla, se asomó por un lateral de la ventana y vio al acusado, al que veía de frente, con su hija encima de sus genitales.

Llamó a su marido, que estaba esperando en el vehículo, quien subió al despacho y empezó a golpear la puerta fuertemente hasta que consiguió abrirla. Encontró a su hija en brazos del acusado con el pañal del revés y el body desabrochado.

Como consecuencia de los hechos la menor sufrió diversas lesiones y una descomposición de su estado mental con repercusión sobre su afectividad y emotividad que repercute en sus relaciones interpersonales y en su rendimiento. Se le ha diagnosticado trastorno por estrés postraumático.

El acusado ha negado los hechos durante la vista. Ha explicado, únicamente a preguntas de su letrado, que tuvo el primer contacto con la víctima el 14 de febrero de 2022 y la recibió con una historia clínica incompleta puesto que era extranjera, de nacionalidad rumana, y llevaba pocos meses en España.

"un caso anómalo"

Así, el sanitario, con libertad para decidir los tratamientos más adecuados, ha explicado que el primer objetivo era hacerle una evaluación para ver su estado y observaron que tenía un retraso muy grave y se comportaba como si fuera un bebé de cuatro meses. «Eran más de dos años y medio y no había recibido atención médica en este tiempo. Era un caso anómalo», ha dicho.

Ha indicado que durante las sesiones, de alrededor de 45 minutos, invitaba siempre a que los padres estuvieran presentes y había una comunicación «constante». Los progenitores de la víctima entraban a las sesiones iniciales pero luego decidieron quedarse fuera: «La madre propuso quedarse fuera por la dependencia emocional de la niña hacia ella. Le insistimos en que eso no cuadraba con nuestro modelo de tratamiento y, aún así, decidió quedarse fuera».

Sobre el día de los hechos, el 3 de mayo, el acusado ha explicado que le cambiaron la ubicación de la sesión y tuvo que subir a un despacho de la cuarta planta. Ha indicado que la madre le pidió un lugar para cambiar a la niña y, tras ello, éste le comentó que no hacía falta vestirla de cintura para abajo porque le iba a hacer una exploración, así que se la dio sin pañal. «Solo llevaba el body», ha apostillado, para añadir que entró en el despacho y cerró la puerta «sin pestillo».

En esa sesión le hizo un estudio del suelo pélvico a la menor, algo que, según ha asegurado, ya había explicado a los padres. «No lo había hecho nunca pero tengo conocimientos de la misma. Es una práctica conocida en la fisioterapia. La ciencia ve que es una práctica que se debería utilizar más», ha señalado.

Preguntado por la exploración, el acusado ha indicado que se sentó en el suelo y colocó a la menor sobre su pierna estirada. Luego le hizo la exploración «vía anal e indolora. Duró unos 10 ó 12 segundos», ha advertido. Ha afirmado que se puso un preservativo en los dedos «para que ambos tuviéramos más protección y mayor lubricación. Allí no había guantes ni otros materiales. Fue por uso sanitario», ha apostillado.

«No noté dolor en ella. Estaba distraída durante la exploración», ha aclarado. En un momento dado ha dicho que la madre se acercó a la puerta, «agitada y alterada», y él le indicó que pasara porque la puerta estaba abierta. Tras ello llegó el padre y le empezó a golpear.

«En ese momento --ha agregado-- entiendo que ha malinterpretado lo que había hecho y le intenté enseñar el preservativo en el dedo. Él se volvió loco y me empezó a agredir. Me quité el preservativo y lo escondí por supervivencia en mis calzoncillos», ha expuesto.

Luego llegó la Policía y él comentó que el padre le había agredido porque creía que había malinterpretado su intervención como terapeuta. «No encontré el preservativo y no sé si lo tiré. Yo estaba en shock», ha dicho. Seguidamente accedió al registro de su casa, vehículo y teléfono móvil. «No tengo nada que ocultar», ha manifestado.

Con ropa y sin información

Durante el juicio también ha declarado la madre de la menor, que ha explicado que el 3 de mayo dejó a su hija al fisioterapeuta, «con ropa», y que únicamente le quitó las zapatillas. Ella se quedó en la sala de espera hasta que oyó llorar a su hija y se asomó por una ventana.

«Le ví a él sentado en el suelo sin pantalones y a mi hija encima de sus genitales. Intenté entrar pero la puerta estaba cerrada. Llamé a mi marido y pedí ayuda. Logramos abrir y mi hija llevaba el pañal puesto al revés. Había una chaqueta en el suelo y el preservativo», ha relatado. La madre ha afirmado que era la primera vez que el acusado cerraba la puerta con seguro y que «nunca» le habló de ninguna estimulación rectal. «Ni ningún otro médico. Nunca».